Tiempo ha que la política se ha convertido en puro espectáculo y, como tal, cuidar la escenografía es clave. Cada detalle cuenta. Luz, guion, vestuario… El Partido Popular es consciente y, por este motivo, ha protagonizado una escena digna de Hollywood. Con el estallido de la Operación Lezo, Cristina Cifuentes enarboló un discurso en el que se erigía como adalid de la regeneración democrática y garante de un nuevo PP de Madrid limpio de corrupción. Un discurso que fuentes de La Moncloa aseguraban que no hacía demasiada gracia a Mariano Rajoy. Y para desmentir las informaciones que apuntaban al distanciamiento, el presidente del Gobierno de España y la presidenta de la Comunidad de Madrid han visto en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum la ocasión idónea para escenificar su acercamiento en un acto que ha estado marcado por los señalamientos de corrupción y por la crispación con Podemos.

Rajoy ha sido el encargado de presentar a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Un preludio carente de pasión. El presidente del Gobierno, tras afirmar que “no necesita presentación”, se ha limitado a leer el currículum de Cifuentes como quien lee su biografía en la Wikipedia. Rajoy ha destacado las labores de gestión comandadas por el gobierno autonómico y, sin más preámbulo, ha cedido la palabra a Cifuentes.

Cifuentes se siente “arropadísima”

La presidenta de La Comunidad de Madrid ha agradecido a todos su presencia, pero ha tenido unas palabras deferentes hacia Rajoy: “Especialmente a ti, presidente, por tu generosa presentación y por el continuo respaldo que siempre he recibido de tu parte. Y especialmente en los momentos difíciles de estos últimos meses”. Además, Cifuentes ha querido dejar claro que ha sentido el respaldo tanto político como personal, un afecto que “sabes que es recíproco”, le ha dicho dirigiéndose directamente a él.

Abrigada por la guardia pretoriana del PP y los polémicos

Cada detalle cuenta. El guion es imprescindible y lo hemos visto con la presentación de Cifuentes y el intercambio de halagos con Rajoy. Pero los personajes de la escena son aún más importantes. Había que evidenciar la buena relación entre La Moncloa, Génova 13 y la presidenta de la Comunidad de Madrid. Para ello, Fernando Martínez-Maíllo, coordinador general del PP; Pablo Casado, vicesecretario general del PP; Andrea Levy, vicesecretaria general de estudios y programas y Ana Pastor, presidenta del Congreso de los Diputados, han acudido al encuentro.

Pero no han sido los únicos que han acudido. David Pérez, el alcalde de Alcorcón conocido por sus declaraciones machistas que levantaron a más de uno de la silla; y Antonio González Terol, el alcalde ultra de Boadilla del Monte conocido por sus nostálgicas Juras de bandera.

Cifuentes se sacude la corrupción

La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil pidió al juez investigar a Cifuentes por dos contratos concedidos a Arturo Fernández para la explotación de la cafetería de la Asamblea de Madrid. El magistrado instructor, Eloy Velasco, decidió no investigarla pero, desde entonces, la presidenta de la Comunidad se encuentra en el ojo del huracán. Por este motivo, Cifuentes ha dedicado buena parte de su discurso en el desayuno informativo a sacudirse la corrupción: “Somos un Gobierno honrado y transparente. En mi Gobierno no ha habido ni un solo caso de corrupción aunque algunos intenten salpicarnos y embarrar el terreno de juego político”, ha espetado.

Señala a Podemos como el culpable

Para concluir, Cifuentes ha culpado a Podemos de estar instalado en la política de la crispación que no conduce a ningún sitio y le ha acusado de no saber gestionar, poniendo como ejemplo el Ayuntamiento de Madrid, con Manuela Carmena al frente: “Se ha convertido en el fracaso más patente del modelo Podemos”.

Sobre la moción de censura

Rajoy y Cifuentes no solo tienen en común que ambos están salpicados por los casos de corrupción de su partido, sino que, además, Podemos les plantó sendas mociones de censura. Primer en Madrid y luego a nivel estatal. La estrategia de Rajoy y Cifuentes fue bien diferente: el presidente del Gobierno entró en el cuerpo a cuerpo con Pablo Iglesias mientras Cifuentes no intervino en ningún momento. ¿La razón? “Tenía pensado intervenir, pero fue un auténtico circo, un espectáculo grotesco, por eso no intervino, porque se convirtió en un espectáculo dantesco”.