Pasado el mediodía, Pablo Iglesias subía al estrado del Congreso de los Diputados, cuando Mariano Rajoy ya había contestado a la portavoz de Unidos Podemos, Irene Montero. Sin embargo, Iglesias arrancaba su intervención como líder de Podemos y no como el candidato a presidente del Gobierno que debía haber sido el día de su primera moción de censura.

Dos horas y 45 minutos que se pueden definir a la perfección con la siguiente frase: “Hoy juzgamos aquí una época que tiene que formar parte del pasado”. Erraba Iglesias al erigirse en juez desde la oposición en lugar del presidente del Gobierno que debía haber aspirado a ser.

Lo fácil, pero también lo que más focos y atención atraen, era repetir el duro discurso de Irene Montero, restregando al partido del Gobierno la avalancha de corrupción en la que se ahoga. “Los imputados del PP no cabrían en el Congreso y en el Senado”, señalaba Iglesias con razón. “No es normal que gobierne un partido que ha concurrido a las elecciones habiéndose financiado ilegalmente. Esto lo han dicho los jueces, no nosotros”, añadía el líder morado.

Iglesias ha señalado que “está en juego la salud de nuestra democracia” y que “España y nuestros ciudadanos no se merecen esta desvergüenza”. Y ha dirigido sus primeras palabras, además de a la corrupción, a hacer un llamamiento al resto de partidos para cambiar el Gobierno. “Si hubiera voluntad política estos señores podrían estar fuera del Gobierno”, insistía Iglesias, al tiempo que señalaba al ministro de Justicia, Rafael Catalá: “Les hemos reprobado y miren la cara de preocupación”.

La única apelación a su capacidad para gobernar en la primera parte de su intervención ha sido su apelación a la “esperanza” que los españoles “han visto en los Ayuntamientos en los que gobernamos”. “Seguro que hacemos algunas cosas mal, pero nosotros no robamos”. 

Iglesias ha pausado por un momento su descripción de la corrupción del PP para centrarse en Mariano Rajoy, al que ha empezado acusando de causar “vergüenza ajena” por sus excusas para evitar su comparecencia en la Audiencia Nacional como testigo de la Gürtel. Acto seguido, le ha reprochado que haya salido a la tribuna en el último momento, quizás porque “después de ver el ridículo de Cifuentes en la Asamblea ha rectificado su estrategia”, y le ha acusado de haber “subido con un papel preparado para responderme a mí. La cortesía parlamentaria habría requerido que usted hubiera respondido a la portavoz parlamentaria”.

Durante varios minutos, Pablo Iglesias se ha vuelto a poner la americana de profesor universitario para no sólo citar por partida doble a Francisco Quevedo (el doble de veces que Rajoy), sino también hacer “un viaje al pasado” que ha empezado con la fundación del Banco de Isabel II y ha pasado por Cánovas del Castillo, el marqués de Salamanca y toda una ristra de ilustres personajes de sangre azul que se beneficiaron en su día de sus contactos con el Gobierno.

Todo para establecer, poco a poco, paralelismos en el presente con lo que Iglesias llama la “trama patrimonial”: puertas giratorias, rescates a Abengoa y al Proyecto Castor de Florentino Pérez, los tiempos de Villalonga en Telefónica, el hundimiento de la Bankia de Rodrigo Rato… “La sociedad española no soporta seguir amamantando parásitos”, ha señalado Iglesias. “Ustedes son una casta que sólo se ha arremangado para rescatar a los suyos, pero no al pueblo español”.

Pasada una hora, Pablo Iglesias ha empezado a desgranar las propuestas de Gobierno que le exige el artículo 177 del reglamento del Congreso que fija los parámetros de la moción de censura. Eso sí, su primera batería de medidas estaba enlazadas con la lucha contra la corrupción con la que ha azotado al Gobierno durante 60 minutos. Aunque ha avisado que son “medidas de sentido común que nos la toma porque no puede tomarlas, porque algunos de sus compañeros acabarían en la cárcel”.

En total, 11 propuestas como una nueva ley de financiación de partidos políticos, pasar a los cuerpos policiales a depender de los tribunales para evitar injerencias políticas, reformar la Fiscalía General del Estado en el mismo sentido o acabar con el secreto bancario. “¡Ay de alguno de ustedes si se acabara el secreto bancario!”, ha remachado.

Tras la corrupción, ha llegado el momento de la política energética, lo que ha provocado risas del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Algo que ha molestado a Iglesias y que ha aprovechado para sacarle los colores: "No se ría de la pobreza energética, señor ministro, que es una cosa muy seria. Muere gente en nuestro país. Le pido, al menos por la gente que sufre que guarde las formas y el decoro parlamentario cuando hablamos de pobreza energética", ha comentado Iglesias. El líder de Podemos también le ha llamado la atención al ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, que estaba leyendo un libro durante la intervención de Irene Montero: "Le pido que me preste su novela. Pero después, cuando acabe el debate".

Tras incidir en reformas económicas que acaben con la austeridad y los recortes, Iglesias ha demostrado que venía preparado para evitar el manido argumento de “¿cómo se paga todo esto?”. El líder de Podemos ha pedido a los diputados del PP que dejen por un segundo de pensar en Venezuela y dirijan la medida a un punto más cercano: Portugal. Allí gobierna en coalición la izquierda con buenos resultados económicos.

Para ello, ha ofrecido un enumeración de medidas tributarias, como retrasar el objetivo de déficit, aumentar la progresividad fiscal y la lucha contra el fraude, crear un impuesto de solidaridad para las grandes fortunas y los bancos y la eliminación de las desgravaciones para los grandes grupos en el impuesto de sociedades y el fin de la SICAV.

No podía faltar la aparición de Cataluña en el debate, que Iglesias no ha dudado en usar. “Hay que afrontar la realidad plurinacional de España, es una tarea urgente”, que ha calificado de “tarea de Estado”. Sin embargo, el líder de Podemos no se ha mojado sobre el referéndum. Sólo ha mencionado que “una parte importante de Cataluña quiere la independencia. Esto es simplemente la realidad”, y su propuesta se ha centrado en ofrecer “un proyecto común que refleje la plurinacionalidad de España”.

¿Cómo pagar sus propuestas?

Han tardado, pero han llegado. Según el artículo 177 del Reglamento del Congreso, el candidato alternativo debe tomar la palabra para exponer su programa. En las palabras de Iglesias no se ha podido apreciar ni un solo atisbo de programa hasta bien entrada la hora de speach. El líder de Podemos ha pasado a presentar algunas de sus propuestas y ha asegurado que ya sabía la pregunta que iba a hacerle la bancada popular: “¿Cómo vamos a pagar esto?”. Iglesias ha mencionado que pretender llenar las arcas del Estado moderando y retrasando el objetivo del déficit, mediante una reforma tributaria, luchando contra el fraude fiscal y mediante un impuesto a las grandes fortunas, entre otras medidas.

Iglesias contra Catalá y Fernández Díaz

Pablo Iglesias ha utilizado una de las principales referencias de Mariano Rajoy, la comparación con Europa, para arremeter contra varios de sus altos cargos. El secretario general de Podemos ha asegurado que en cualquier país de la Unión Europea “el ministro de Justicia no puede mandarse mensajes con un delincuente, y seguir de ministro; y un ministro del Interior no puede defender a un fiscal anticorrupción que frena investigaciones contra los corruptos y que tiene sociedades offshore en Panamá”, haciendo referencia a Rafael Catalá y a Jorge Fernández Díaz.

Para concluir, Iglesias ha mentado que en 2015 las principales ciudades se erigieron como la génesis del cambio. Agitaron el miedo, nos contaron que las ciudades se iban a colapsar. Gritaron, insultaron y menospreciaron a los alcaldes y alcaldesas del cambio”, ha mencionado Iglesias, quien ha añadido que lo único que han hecho los ayuntamientos del cambio ha sido “demostrar que gobernar para la mayoría de la ciudadanía es una cuestión de voluntad política”. “Se puede gobernar sin robar. Otra forma de gobernar es posible”, ha sentenciado.