La portavoz de Unidos Podemos, Irene Montero, ha hecho un duro discurso en la moción de censura contra Mariano Rajoy en el que, utilizando la fecha de martes y 13 ha recordado las corruptelas que se gestaron en Génova 13, sede del PP. Y, entre otros paralelismos, ha recordado que a la Policía no le bastaron 13 horas para registrar la sede y tuvieron que estar “14 horas, 13 más una”.

Pero existe otro martes 13 negro en la historia del Partido Popular. Hablamos del 13 de septiembre de 2016, martes, cuando se juntaron al mismo tiempo varias noticias relacionadas con la corrupción del partido del Gobierno.

Ese día, el Tribunal Supremo abría causa penal contra Rita Barberá, exalcaldesa de Valencia y en ese momento senadora. La oposición exigía su dimisión inmediata por su imputación en la trama de blanqueo de capitales en Valencia.

También ese día, Jaume Matas llegaba a un acuerdo con la Fiscalía Anticorrupción para confesar sus delitos a cambio de no volver a ingresar en prisión. Un pacto que, en teoría, incluía contar cómo desde Génova recibió instrucciones para manipular las adjudicaciones.

Además, ese día, se conoció que Luis Bárcenas había abandonado la causa penal contra su partido por el borrado de sus discos duros. Un respiro para el PP pero que en el fondo extendía la sospecha de que el PP había llegado a un pacto con su extesorero para que guardara silencio y fuera fuerte. Una sospecha de la que hoy en día tenemos muchas más pruebas.

Al mismo tiempo, ese día, Luis de Guindos tuvo que comparecer ante la Comisión de Economía para intentar explicar, sin mucho éxito, por qué había propuesto a su amigo, el exministro Soria de los papeles de Panamá, para ocupar un suculento puesto en el Banco Mundial.

Ese martes, además, en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid estaba citado a declarar como imputado en la Púnica el exalcalde de Móstoles. Daniel Ortiz era una de las esperanzas blancas del PP en la región, pero acabó dejando el cargo tras ser imputado en la trama corrupta.

Tardó 48 horas en dejar el cargo, pero el pacto con Ciudadanos le obligaba al ser diputado en la Asamblea. Se le acusaba de cohecho, fraude y tráfico de influencias por haber recibido una supuesta mordida de 746.000 euros en el Ayuntamiento a cambio de dar a Cofely un contrato de 73 millones de euros.

Por último, aquel martes y 13 tuvo una réplica en Murcia, con la aparición de un testigo nuevo en la rama de la Púnica de la región: un funcionario de la Consejería de Educación que tenía pruebas de cómo el entonces presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, se había relacionado con la trama corrupta.

Aquel funcionario decía que podía demostrar “fehacientemente” que Sánchez se había reunido con las empresas de la Púnica y que iba a contratar sus servicios con el dinero de todos los murcianos. Parecía una anécdota más de aquel martes 13. Hoy, Pedro Antonio Sánchez ha dimitido como presidente de Murcia y está encausado en el Tribunal Superior de Justicia de la región.

A todo esto hay que sumar que aquel día, Mariano Rajoy decidió el día con una de sus famosas caminatas, esta vez por el Río Miño. Sin embargo, para aquella ocasión y como preámbulo de lo que caería ese martes y 13, el presidente del Gobierno decidió acompañarse de José Manuel Baltar, en aquel momento imputado por cohecho, tráfico de influencias y acoso sexual, aunque el caso acabó archivándose hace unas semanas. Pero eso Rajoy no lo sabía entonces... ¿o sí?