Hace una semana el fiscal jefe de Anticorrupción dimitió. Manolo Moix se ha ido. Pero era un secreto a voces. La partida de ajedrez iniciada por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha cobrado su primera víctima. Muy en su línea, el gallego apoyó ayer a Moix y le cortó el cuello a las 24 horas. No había duda de cuál iba a ser resultado, más si se tiene en cuenta que hasta la conservadora Asociación de Fiscales pedía ese cuello. Pero la historia viene de largo, de hace varios meses. 

Y para ejemplo, un botón. Hace ya más de un mes que coincidí con Angélica Rubio, directora de este periódico. Estábamos disfrutando de un vinito cuando salió a la conversación Moix. Llevo diez años haciendo tribunales y estaba absolutamente indignada con todo lo que se publicaba día a día de este señor, y fue en aquel preciso momento cuando me aseguró: “está muerto”. 

Yo, como buena periodista de provincias pregunté por qué. Ella, con una sonrisa que nunca olvidaré me dijo: “Mira Loreto, cuando todos los medios, desde el de más a la derecha al de más a la izquierda apuntan a un blanco, ese blanco cae”. Esta mañana me he acordado de ella y de su crónica de una muerte anunciada, tan cruda pero tan certera. Qué razón tenía.

Mi contertulia viene de la política, pero yo vivo entre togas y puñetas, así que en cuanto saltó la dimisión me dediqué a zascandilear y reventar la batería del móvil tratando de encontrar el antes y el después. El antes lo tengo claro, de hecho en Valencia Plaza lo publicamos. La pobre de Consuelo Madrigal, exfiscal General del Estado, metió la pata hasta el cuello. Ella no calculó que su puesto era político y quiso ser seria en el oficio. Y claro, eso le costó la silla. 

Consuelo Madrigal enfadó al Partido Popular y a alguien más innombrable

Consuelo, una fiscal no precisamente progresista, quería renovar al fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, y que Alejandro Luzón fuera el nuevo jefe de Anticorrupción, ya que contaba con el apoyo de prácticamente la mayoría de sus compañeros. Y dicho y hecho que doña Cosuelo se plantó con sus propuestas bajo del brazo, pero como pasa en el mundo real llegaron los problemas. Un problema por partida doble para la señora Madrigal, pues no solo enfadó al Partido Popular, sino a alguien más innombrable, tan innombrable que lo siento pero no citaré aunque tienen tres letras y saben mucho de todos. Vamos, queridos lectores, qué sé que podéis. 

Y así, la pobre consuelo salió por la puerta da detrás después de haber escuchado, 48 horas antes de su cese, y de la boca del mismísimo ministro de Justicia, sí, del señor Català, que la iban a renovar. Por Dios, si hasta llamó a sus fiscales de la Técnica para decirles que seguían. Y tras la patada del PP a la primera mujer FGE llegó José Manuel Maza. Ese hombre con amistades entre los maridos de algunas ministras muy poderosas. Maza era perfecto, y no defraudó.  

Pero Maza siguió tan al pie de la letra la voz de su amo que no calculó. Le avisaron que Moix estaba podrido, le avisaron que salía en las escuchas telefónicas como favorito de los corruptos, le avisaron que tuviera cuidado, pero todo dio igual, el amo manda. En aquella ocasión hasta la Asociación de Fiscales, hoy en armas contra Moix, le apoyó sabiendo lo que se les venía encima. Solo la teniente fiscal de Anticorrupción, Belén Suárez, y la Unión Progresista de Fiscales pidieron prudencia ante el nombramiento. Todo fue en vano, Moix salió elegido.

"Señor Maza usted no metió un pastor, usted metió un lobo a cuidar del rebaño y, ay sorpresa, los corderos no eran tan corderos"

Maza, magistrado de profesión, no calculó lo que metía en esa jefatura. Él pensaba que los fiscales no protestan, que la jerarquía manda, pero no tuvo en cuenta que cuando consigues que fiscales laureados por su trabajo estén a base de ‘lexatines’ para poder conciliar el sueño por la presión política, el ‘ganao’ se revoluciona. Sí señor mío, usted no metió un pastor, usted metió un lobo a cuidar del rebaño y, ay sorpresa, los corderos no eran tan corderos, los corderos piensan, responden y se defienden. 

Ahora, y visto lo sucedido con Manolo Moix, aquí la que suscribe estas líneas no puede comprender como el alfil de la partida no cae también. El señor Maza es el responsable directo del bochornoso nombramiento de Moix. Maza ha apoyado en su comparecencia a este señor. Maza ha desoído las advertencias de los fiscales y ha impuesto su criterio desde que llegó al cargo. Sinceramente, esta ‘excepcional’ unión de asociaciones de fiscales de todo tipo de ‘pelaje’ espero que perdure en el tiempo, porque la Fiscalía es el garante de la legalidad y, visto lo visto, dan ganas de irse a un país con dictador porque allí, al menos, a una no le venden la cabra. Señores fiscales, sigan luchando por la independencia que falta nos hace a todos. 

Y ya por último, la pregunta es quién sustituirá a Moix. Si tienen vergüenza, y a falta de que alguien con mejor currículum se presente, tendrán muy, muy, muy, pero que muy en cuenta las peticiones de Belén Suárez, de Alejandro Luzón y de Teresa Gálvez. Pero supongo que como los reyes son los papás, otro vendrá que bueno hará al querido Manolo Moix.