Por segundo día consecutivo, el expresidente de la Comunidad de Madrid ha pasado la noche en uno de los calabozos de la Guardia Civil en Tres Cantos. Hablamos de unos habitáculos austeros hasta el dolor… de espalda, pues Ignacio González ha dormido en una cama de cemento y tapado con una fina manta. Una situación muy alejada de su mansión en Aravaca, donde la Guardia Civil le detuvo este miércoles, o de su sospechoso ático en Marbella.

El mobiliario del calabozo de González se limita a una cama de cemento sobre la que se ha colocado un colchón desinfectado con una limpiadora hidroeléctrica y sobre la que sólo hay una fina manta para taparse.

Los otros elementos de su calabozo son un botón en la pared, con el que González puede llamar al guardia que custodia su habitáculo y las otras 17 celdas (dos de ellas son dobles), por si tiene necesidad de acudir al baño, y una cámara de videovigilancia sobre la puerta que vigila toda la estancia.

Con esa cámara, el agente encargado de la custodia puede vigilar el interior de las habitaciones, aunque igualmente ve todas las puertas de las celdas desde una habitación acristalada en el centro, colocada a modo de panóptico.

Según relata ABC, los presos sólo pueden salir de la celda para ir al aseo y los calabozos tienen los bordes redondeados para evitar que los presos se autolesionen. Los reclusos no pueden ni ducharse ni afeitarse. Tampoco cambiarse de ropa, salvo alguna emergencia.

Su única distracción, aparte de los interrogatorios, son los tres turnos de comida diarios. Hablamos de un menú que se compone de batidos o zumos, barritas energéticas, galletas y, como mucho, algún sándwich y que respeta tanto credos como alergias o celiaquías. Todo servido en bandejas de plástico y cubiertos y vasos del mismo material.