Con la gravedad de quien ha hecho algo trascendente, el presidente de Estados Unidos se ha dirigido esta noche a los ciudadanos con uno de esos argumentos que nadie puede cuestionar: "Ningún hijo de Dios debería sufrir nunca semejante horror", ha dicho Donald Trump sobre el ataque con armas químicas del que culpa al régimen sirio y que causó la muerte de casi un centenar de personas, entre ellas una treintena de niños.

La importancia de este acto bélico es que Trump ha hecho lo que Obama no se atrevió a hacer en 2013 tras la muerte de un millar de personas en otro ataque con armas químicas en la localidad siria de Guta, una acción que sí se confirmó entonces como un ataque de las fuerzas sirias contra civiles inocentes. Obama había establecido una línea roja que, por diversas circunstancias, no cumplió (algo en lo que entonces estuvo de acuerdo Trump) y ello debilitó la posición de Estados Unidos en el tablero internacional.

Varios años después, ante el escenario de una guerra que parece interminable y sin esperar una confirmación oficial de lo ocurrido, Trump ha decidido actuar de manera unilateral y por sorpresa. La gran diferencia es que si aquella acción no consumada por la Administración de Barack Obama podría haber alterado el curso de la guerra de Siria, el ataque aislado de anoche, si no va seguido de algo más, es difícil que modifique la situación actual del conflicto.

¿A qué se debe, entonces, el 'calentón' de Trump?