Reino Unido iniciaba esta semana su camino de salida de la Unión Europea con la aprobación de la ley que autoriza al Gobierno de Theresa May a dar el pistoletazo de salida al Brexit. Comienza así la cuenta atrás de un proceso que podría durar dos años y sobre el que todavía se extienden muchas incógnitas acerca de cómo se va a llevar a cabo. Mientras, las divisiones crecen, en el ámbito político y en el social. En la Cámara de los Comunes hay quien se ha atrevido a romper la disciplina de voto y a pie de calle muchos se preguntan todavía cómo se ha llegado hasta aquí.

Simon McMahon es investigador del Centre for Trust, Peace and Social Relations de la Universidad de Coventry y autor del libro ‘Immigration and Citizenship in an enlarged European Union’ (Palgrave, 2015) y conoce bien la realidad a la que responde el Brexit.  

¿Cómo afronta Reino Unido su salida de la Unión? ¿Hay mucha división en la sociedad?

Sí. El país está muy dividido, y de muchas maneras. Por edad, geografía, clase social... Los jóvenes quieren estar en la Unión Europea y los mayores no, los escoceses votaron para estar dentro y los ingleses para salir. Va a ser muy difícil unir al país. 

¿Qué les ha llevado hasta aquí? ¿Ha sido la inmigración un factor clave?

Durante la campaña para el referéndum varios partidos y medios de comunicación decidieron politizar la inmigración. Hace años que en Reino Unido hay por parte de la opinión pública una perspectiva negativa respecto a este fenómeno. Ningún partido ha sabido construir un argumento positivo, pese a que la aportación económica que hacen lo es, el nivel de criminalidad es bajo, tienen menos tendencia a utilizar los servicios sociales que la población británica y su presencia no tiene casi ningún impacto sobre los salarios y el mercado laboral. 

¿Cuáles eran los miedos?

La gente temía que los europeos viniesen aquí, usasen los servicios sociales y le quitasen el trabajo a los nativos y, por otro, que miles de refugiados buscasen cualquier manera para llegar a nuestro país. Ninguna de las dos cosas era ni es real. Aunque no estamos dentro del espacio Schengen y no somos parte del sistema europeo de recepción de refugiados, la información era muy mala y casi nadie respondía con argumentos a favor de la inmigración o, al menos, a favor de un debate más racional.

Da la sensación de que el modelo de rechazo al extranjero es el mismo que en otros lugares

Hay que recordar que la llegada de extranjeros es un tema que se enlaza con muchos de los temores y los prejuicios de la gente, aunque estos no tengan que ver con los inmigrantes. Cuando en campaña se habló de inmigración, en realidad se hablaba de falta de trabajo digno para los sectores menos ricos de la sociedad, de aumento del costo de la vida, de falta de viviendas, de presión sobre el sistema escolar y la sanidad... Estos problemas, sin embargo, tienen más que ver con las políticas públicas de los gobiernos de izquierdas y de derechas que hemos tenido en los últimos años que con los inmigrantes. 

Su país es uno de los que cuenta con mayor número de migrantes ¿se ha gestionado bien su llegada e integración?

En Reino Unido tenemos una historia muy larga de inmigración, es parte de nuestra historia como sociedad. El temor que tiene la gente a la inmigración es, desde un punto de vista de proceso, abstracto y descontrolado que amenaza mi bienestar, no de los inmigrantes como individuos que viven aquí con nosotros. 

Sí pero la consulta sobre el Brexit ha supuesto un antes y un después.

Tras el referéndum, los sectores más radicales y xenófobos de la sociedad creen legitimadas sus opiniones, lo que ha llevado a un aumento significativo del racismo abierto en público hacia los inmigrantes y las minorías.  

 

¿Por qué se ha llegado a ver incompatible la identidad nacional con la integración europea?

Resumir todo a una cuestión de identidad es difícil, es más complejo. Uno de los argumentos utilizados durante la campaña del Brexit se basaba en ‘somos europeos pero no queremos la Unión Europea’. Muchos escoceses se consideran escoceses y europeos y están a favor de la Unión. Parte del problema es qué significa ser inglés (que no es necesariamente lo mismo que ser británico). Pero una parte mayor se basa en la desigualdad y la falta de esperanza en un futuro mejor. Esto es lo que ha llevado a muchos a considerar que la UE no crea las condiciones necesarias para vivir bien. Hay mucho odio hacia las élites y los políticos y la creencia de que son todos iguales y que no entienden a la gente común, está muy extendida. La Unión es vista como el nivel más alto del elitismo y más separado de la vida cotidiana de los votantes.

La ciudadanía inglesa no ha tardado en responder a las políticas de Trump, que, sin embargo, aplaude el Brexit. ¿Cuál es la visión respecto a las relaciones de ambos países en un futuro próximo?

Es demasiado pronto para hacer consideraciones. Ahora mismo estamos todos asombrados por lo que está sucediendo. Hay un gran movimiento contra su próxima visita a nuestro país. Reino Unido tiene que buscar un lugar y una nueva identidad en un mundo muy contradictorio e inestable. Espero que esto no nos lleve a estar demasiado enlazados con gobiernos que no comparten el respeto por el Estado de Derecho, la democracia, la libertad y la justicia.