“Deshumanización, desprotección, trato vejatorio, coacciones, abandono, maltrato económico y limitación de libertades”. Con estos términos resume Gloria Vázquez, presidenta de la Asociación Gallega para la Defensa de Mujeres y Niños Víctimas de Violencia de Género Ve-la Luz, a este medio de comunicación la situación que viven las mujeres residentes en la casa de acogida de A Coruña.

Vázquez asegura a ELPLURAL.COM que con este sistema, el Gobierno de En Marea que está al frente del Ayuntamiento “está destrozando a las madres y a los niños, no recuperándolos”, a lo que añade que “se las revictimiza una y otra vez”.

Prueba de que el centro no funciona como recurso para las víctimas, argumenta, es “la cifra de mujeres que acude a él”. En A Coruña se recibe anualmente una media de 850 denuncias y solo un 0,7% de las mujeres va a la casa de acogida.  

Testimonios de víctimas y trabajadoras

El colectivo ha reunido el testimonio de varias mujeres que han pasado por el centro y algunas ex trabajadoras y lo ha hecho público en Facebook.

Ve-la Luz asegura que la casa es un lugar conflictivo donde las mujeres llegan a vivir “episodios traumáticos de enfrentamiento entre auxiliares y usuarias”. Las prácticas que se llevan a cabo son propias, denuncia, de un “régimen carcelario”. “Están sometidas a estrictos horarios y rígidas normas como no intimar con las auxiliares, no bajar a los despachos sin ser anunciadas o no dormir la siesta”.  

Obligadas a firmar

A juicio de Gloria, “la administración se hace dueña de sus vidas en cuanto entran, obligándolas a firmar un acuerdo de confidencialidad del que ni siquiera les dan copia”.

Esta asociación, que presume de autofinanciarse y de no haber tenido nunca vinculación política, además agrega que tratan a las mujeres como “auténticas cenicientas” y que hay cientos de carencias, como la falta de pañales y toallitas para los bebés “solo les dan tres al día”, la ausencia de ropa, de manera que “las mujeres que llegan sin nada tienen que ir a hacer cola a Cáritas” o el mal estado en que están las toallas y las sábanas que le dan a su llegada.

Las limitaciones se extienden a la comida y al agua, “la misma botella para toda su estancia”. Muchas de las víctimas llegan a estar hasta cinco meses “sin un céntimo en la cartera”, lo que les impide comprar ellas.

El colectivo critica también el estado de la comida, “que se recalienta una y otra vez”, y denuncia que se producen frecuentes casos de gastroenteritis.

Por lo que respecta al personal trabajador del centro, la presidenta de Ve-la luz aclara a ELPLURAL.COM que algunas de las trabajadoras “más flexibles” han sido despedidas y sustituidas por otras con “más mano dura”. “Esto ha hecho que la situación se haga cada vez más tensa”, recalca Gloria Vázquez. “Regañan a las usuarias delante de sus hijos y llegan a amenazarlas con que se retrasarán sus ayudas si no se portan bien. Les prohíben hablar por teléfono o coger un segundo yogurt para los pequeños”.  

Falta de libertad

La asociación ha ocupado el ‘escaño ciudadano’ para exigir un plan de recuperación real de las mujeres víctimas de violencia de género y exigir respuestas al Gobierno coruñés de En Marea, cuyos representantes se limitan a decir que las acusaciones son “falsas”. La concejala de Igualdad, Rocío Fraga, sí reconoció la existencia de goteras, “que ya se están arreglando” y la ausencia durante un tiempo prolongado de psicóloga “que juntó permisos vacaciones para preparar una oposición”.

El sindicato nacionalista Confederación Intersindical Galega (CIG) también se ha pronunciado sobre el asunto. Curiosamente se posiciona con el Ayuntamiento, tachando de “falsas” las afirmaciones de Gloria Vázquez, aunque sin entrar “a cuestionar si el modelo de la casa de acogida es la mejor fórmula o no para ayudar a las mujeres”.

En su comunicado se limita a destacar la dedicación del personal y a aclarar que “en los conflictos son las funcionarias las que tienen que mediar, para conseguir una buena convivencia”. La falta de libertad por estar sujetas a normas y horarios, según la CIG, obedece a que es “la única manera de armonizar la convivencia entre un grupo tan heterogéneo de personas”.