Los pequeños detalles son los que suelen marcar las grandes diferencias, pero en este caso, además, puede que no sean tan pequeños. La canción elegida para el baile inaugural de la flamante pareja presidencial, por ejemplo, fue el famoso “My way” de Frank Sinatra. Es decir, “A mi manera”. Es decir, una propuesta en consonancia con el discurso nacionalista, prepotente, aislacionista y falsamente pretencioso expresado unas horas antes por el nuevo presidente. Un tal Trump.

Las comparaciones son tan odiosas como necesarias, pero lo de anoche nada tiene que ver con lo ocurrido en los bailes inaugurales de los Obama en 2009 y 2013. Dejaba entrever el nuevo presidente una sonrisa de satisfacción propia de quien ha conseguido un propósito muy importante. Separaba su cara de vez en cuando de la de su esposa con una mirada lánguida y condescendiente, de auténtico perdonavidas. Y remató la actuación levantando la cabeza para que todo el mundo viera que entonaba con fuerza el título de la canción…. “a mi manera”.  El reflejo de la soledad de los autócratas. 

Nada que ver con los dos bailes anteriores. En 2009 aparecieron los Obama rodeados de decenas de artistas de primera fila que les observaban con admiración y esperanza. Cantaba una intensa Beyoncé a pocos metros del lugar en el que la pareja se mecía rítmica y acompasadamente... En 2013 fue incluso mejor, porque el espléndido vestido rojo de Michelle Obama lució brillante y atrevido mientras Jennifer Hudson, una cantante surgida de un concurso de talentos del que saltó rápidamente a la fama, cantaba “Lets stay together” (“Quedémonos juntos”). Enseguida se unió a ellos una pareja de jóvenes militares con los que compartieron el baile y todo un mensaje a la nación: permanezcamos juntos.

Trump presentó una imagen de Estados Unidos totalmente distorsionada

En 2013 la situación no era boyante en Estados Unidos. De hecho, los Obama redujeron de siete a tres su presencia en las galas de la noche presidencial por una cuestión de imagen ante la debilidad de la economía. Y el hecho de que los Trump solo acudieran anoche  a tres galas quizá tenga que ver con el panorama desastroso que pretendió ofrecer de su propio país.

Pura táctica: nada mejor que mostrar un país presuntamente catastrófico para presentarse como salvador de la patria. Definió la situación de “carnicería americana”, pero los datos objetivos le desmienten categóricamente. Como destaca el editorial del New York Times, en los últimos años ha descendido notablemente el número de familias que necesitaron beneficios asistenciales; el desempleo bajó a la mitad, del 10 al 5 por ciento; y el gasto militar, que según Trump se utilizó para potenciar a otros ejércitos, continúa siendo, con mucho, el más elevado del mundo.

Trump dibujó una visión de Estados Unidos que, para muchos, generó todavía más dudas sobre su mandato. Dudas sobre cómo gestionará su imperio empresarial; dudas en Bruselas, sede de la UE y de la OTAN; dudas en México, su vecino y principal proveedor de mano de obra barata; dudas en Oriente Próximo, la zona más caliente del mundo; y dudas en su propia casa, con una opinión profundamente dividida como están demostrando las manifestaciones de protesta celebradas estos días.

Un decepcionante comienzo cuyo primer reflejo fue la participación ciudadana en la ceremonia inaugural. Una comparación visual aireada en Twitter mostraba el lugar donde se concentra el público frente a la Casa Blanca, el National Mall, completamente lleno en 2009. El aforo de ayer no llegaba a la mitad.

Esta dura realidad para quien acaba de sentarse en el despacho Oval (esta ha sido una de las primeras fotos) se hizo más dolorosa cuando el dato fue compartido por una de las cuentas oficiales de Twitter del Departamento de Interior del Gobierno. Apareció este y una llamada de atención sobre la repentina desaparición en la nueva web de la Casa Blanca de la información relacionada con el cambio climático, los derechos civiles y la cuestión sanitaria.

No tardó en surgir la “nueva política” norteamericana de la era Trump y ese Departamento recibió la orden urgente de cerrar todas sus cuentas oficiales hasta nueva orden. En consonancia con lo que nos espera, sí, pero igual de decepcionante que el “a mi manera” del baile inaugural.