"Yes, we can. Yes, we did. Yes, we can" [Sí, podemos. Sí, lo hicimos. Sí, podemos]. Fueron las últimas palabras del presidente de EEUU, Barack Obama en su despedida desde Chicago, la ciudad que le vió crecer personal y políticamente. "Les pido que crean. No en mi capacidad para lograr el cambio, sino en la suya", aseguró ante 18.000 personas, que le habían esperado durante horas. "Ustedes fueron el cambio. Ustedes respondieron a las esperanzas de la gente, y gracias a ustedes, en casi cada medida, Estados Unidos es un lugar mejor y más fuerte que cuando empezamos", insistió Obama, que cede el testigo al republicano Donald Trump, en un emocionado discurso de unos 50 minutos.

Pero el testigo del "cambio" se lo pasó a todos los ciudadanos, a quienes pidió ser "guardianes" de la democracia y no darla por sentada"Nuestra democracia se ve amenazada si la damos por sentada", dijo Obama al subrayar que la Constitución no tiene "poder" por sí sola, sino que es "el pueblo" quien se lo otorga con su participación.

El mandatario recapituló que, si hace ocho años hubiera prometido que el país "dejaría atrás una gran recesión", abriría "un nuevo capítulo con el pueblo cubano, cerraría el programa nuclear de Irán", lograría la legalidad del matrimonio homosexual y reformaría el sistema sanitario, le habrían dicho que aspiraba a "demasiado".

"Asuman el desafío del cambio climático", instó el presidente en contraposición con el negacionista Trump. "Nuestros hijos no tendrán tiempo para debatir la existencia del cambio climático. Estarán ocupados lidiando con sus efectos", concluyó.

Obama advirtió de que el racismo, pese a haberse convertido en el primer presidente negro de EEUU, sigue vivo en el país y queda "más trabajo por hacer" para eliminar los prejuicios contra las minorías y los inmigrantes. "Después de mi elección, se habló mucho de un Estados Unidos post-racial. Esa visión, aunque bienintencionada, nunca fue realista. Porque la raza sigue siendo una fuerza potente y a menudo divisoria en nuestra sociedad", reconoció.

Así que "tenemos que esforzarnos más, comenzando con la premisa de que cada uno de nuestros conciudadanos ama a este país tanto como nosotros", urgió Obama, aunque agregó que no es tarea fácil. "Para muchos de nosotros, es más seguro refugiarnos en nuestras propias burbujas".

A diez días de que Trump asuma el poder, Obama se comprometió a garantizar una transferencia "pacífica", para que el próximo Gobierno "pueda ayudarnos a acometer los muchos desafíos que todavía enfrentamos". Apenas mencionó al presidente electo en su intervención, pero Obama sí advirtió contra el "debilitamiento de los valores" que definen al país y sostuvo de manera tajante que rechaza la "discriminación" contra los musulmanes estadounidenses.

Tampoco tuvo el discurso de Obama muchas alusiones a la política exterior, aunque el presidente presumió de que ninguna organización terrorista extranjera ha logrado ejecutar un atentado en el país en sus ocho años en la Casa Blanca, y aseguró que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) "será destruido". "Nadie que amenace a Estados Unidos estará nunca a salvo", recalcó Obama.

Por el peligro del EI y la amenaza a la hegemonía que suponen Rusia y China, Obama llamó a los estadounidenses a estar "vigilantes, pero no asustados". "Rivales como Rusia o China no pueden superar nuestra influencia en todo el mundo, a no ser que renunciemos a lo que defendemos y nos convirtamos en otro país grande que abusa de sus vecinos más pequeños", comentó al respecto.

La parte final del discurso fue la más emotiva, con agradecimientos de Obama a los simpatizantes demócratas que se movilizaron desde su primera campaña, a su personal y asesores, y sobre todo a su familia. Entre lágrimas, dijo de su mujer, Michelle, que es su "mejor amiga", que asumió un papel como primera dama "que no había pedido" con "gracia, estilo y buen humor", y que ha hecho de la Casa Blanca "un lugar que pertenece a todos".

Habló también con orgullo de sus dos hijas, Malia y Sasha, y de su vicepresidente, Joseph Biden, en quien ha ganado "un hermano", contó que elegirlo como su número dos fue la primera decisión que tomó como candidato demócrata a la Casa Blanca en 2008 y "la mejor".

Con la única ausencia de Sasha, que se quedó en Washington estudiando para un examen, según la Casa Blanca, Michelle, una Malia visiblemente emocionada, Biden y su mujer, Jill, arroparon a Obama en el escenario cuando el discurso terminó.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama (c), deja el escenario junto a su esposa Michelle Obama (i) y su hija Malia Obama (d) hoy, martes 10 de enero de 2017, después de su discurso de despedida como mandatario de los estadounidenses, en e McCormick Place de Chicago, Illinois (EE.UU.). EFE