José María Aznar acaba de anunciar que deja de ser presidente de honor del PP, el penúltimo capítulo de una historia de desencuentros con Mariano Rajoy, la persona que designara como su sucesor al frente del partido. Los enfrentamientos se intensificaron desde que Rajoy se sacudiera el tutelaje de su predecesor, tras una primera legislatura como líder de la oposición en la que la línea estratégica la seguían marcando miembros de la vieja guardia como Ángel Acebes y Eduardo Zaplana. El 2008 fue el año de inflexión en la ruptura no solo con el Congreso de Valencia en el que Rajoy diseñó su propio equipo en la dirección -aunque renovando la confianza en hombres claves del pasado como Luis Bárcenas- sino también con su gente en el Parlamento, especialmente con la portavocía para Soraya Sáenz de Santamaría. Desde entonces, la ahora vicepresidenta no ha dejado de crecer en el partido.

La ruptura se consumaba en la convención del PP en Barcelona en 2009, cuando el partido intentó moderar su discurso hacia Cataluña y Aznar se situó fuera “de la primera línea política” en el mundo “de las ideas” refugiándose definitivamente en la fundación ideológica popular. FAES transmitió recientemente a ELPLURAL.COM su malestar por la falta de un “proyecto ilusionante” en el PP de Rajoy. Pero significativamente, el último ‘palo’ de la fundación antes de que trascendiera el adiós aznarí no fue para el presidente sino para su posible relevo (Sáenz de Santamaría) y su actitud con Cataluña.  

Aguó el anuncio de uno de los puntos fuertes del Congreso
El movimiento de Aznar se produce al principio de un ciclo electoral, es decir, que tiene margen de actuación aunque hay muchas incertidumbres sobre la viabilidad de este Gobierno en minoría. Ahora ha ganado independencia personal dejando atrás su cargo en el partido, aunque sea uno simbólico como el de presidente de honor. Ya no podrá ser el ‘pepito grillo’ del partido porque se ha situado como mero militante y su fundación ya no forma parte orgánica del PP. No estará en el Congreso popular de febrero, donde Rajoy revalidará la presidencia del partido al no haberse presentado ninguna alternativa. Pero con su ausencia el expresidente manda un significativo mensaje. Además, su adiós aguó el anuncio ese mismo día por parte del PP del doble sistema de votación (militantes y delegados) con el que elegirán a sus candidatos a partir de febrero, una especie de ‘primarias’ controladas.

"Un nuevo actor a la política española en un momento crítico"
Una de las colaboradoras de Aznar en FAES, Cayetana Álvarez de Toledo, ha difundido un artículo en El Mundo en el que celebra la llegada del expresidente como “un nuevo actor a la política española en un momento crítico”. El artículo advierte de que “el apaciguamiento del nacionalismo ha fracasado como fórmula de convivencia y que ahora sólo queda su derrota política, jurídica y moral”. Aznar alertó en su día que podría volver a la primera línea política si viera peligrar la unidad del país. El texto de Álvarez de Toledo no da más pistas explícitas sobre el futuro político de Aznar pero más parece en clave de debate interno en el seno de FAES. En cualquier caso anuncia “batalla”, ¿pero cuál y cuándo? Al menos lanza una advertencia de por donde no hay que ir: “La libertad de Aznar no debe presagiar una nueva extrema derecha como las que hoy siembran el odio y la división en Estados Unidos y Europa. El espectro del último Sarkozy, el que sucumbió a su caricatura y a la histeria lepenista, no es modelo para nadie”. El expresidente galo acaba de ser eliminado de las primarias de la derecha francesa.

La reflexión de Aznar sobre las "lecciones" de la victoria de Trump...
Pero a pesar de lo que mantiene Álvarez de Toledo sobre el riesgo de la extrema derecha, el político al que más se parece ahora mismo Aznar es Donald Trump. La victoria del republicano del 9 de noviembre pilló a contrapié a muchos dirigentes políticos en España incluidos los del PP, que habían apostado por Hillary Clinton. Así lo hizo públicamente por ejemplo el portavoz popular en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, que se mostró contrariado tras el resultado. Se abrió entonces una suerte de carrera por identificar cuáles de los elementos discursivos presentes en el éxito del candidato republicano formaban parte de la política española. Muchos señalaron a Podemos y Pablo Iglesias. En un segundo plano de visibilidad, FAES aplaudió ostensiblemente la victoria de Trump con un mensaje personal del expresidente que iba mucho más allá del mero formalismo subrayando entre otras cosas que “de esta elección se pueden extraer profundas lecciones que habrá que analizar con detalle”. Otro colaborador de la fundación y que lo fuera en materia de Defensa del último Gobierno de Aznar, Rafael Bardají, había sido de las pocas voces que defendió en España sin dobleces la candidatura del multimillonario estadounidense como ya hizo en su momento con el Tea Party.

... aunque algo sabe ya
A pesar de su fortuna y de formar parte evidente del establishment del poder económico de EEUU, Trump forjó su perfil público en EEUU con un discurso contra las élites políticas. Era un recurso que había sembrado el propio Partido Republicano, por ejemplo el candidato John McCain se vendió en las presidenciales de 2008 como un maverick (una res sin marcar) ajeno al aparato. La novedad es que Trump sí era un ‘outsider’ real al partido y forjó su liderazgo enfrentándose a la dirección republicana, algo que marcó la propia campaña electoral en la que remontó varios puntos de desventaja. Aznar de outsider ajeno a la política no tiene nada pero en cuanto a lo de golpear a la dirección de su propio partido lleva varios cuerpos de ventaja al presidente electo de los Estados Unidos.