Después de su acoso y derribo como secretario general, y con la sorna habitual, Alfredo Pérez Rubalcaba dijo en el Círculo de Economía en Sitges que “en España se entierra muy bien”. Se refería, claro, a los elogios que le acompañaron en su despeñamiento, incluso desde las filas rivales del PP. Y eso es cierto. Pero no lo es menos que también gusta reírse del caído. Pedro Sánchez lo está probando.  

Los perceptibles, pero poco, movimientos

Ahora en el PSOE y los alrededores, lo que incluye algunas redes sociales, se mortifica a Pedro Sánchez a partir de su anuncio de que va a recorrer España en coche, renombrándole ‘el chico de la curva’. Alguno en Twitter se ha hecho eco. Pero lo más cruel es que en no pocos sitios se empieza a decir que es, políticamente, por supuesto, 'un muerto que no sabe que lo es'.

En las redes 'cercanas' a la gestora no han dudado en sumarse al tema.

Y como principal argumento apuntan lo que en el Grupo Parlamentario Socialista definen como continuo e imparable movimiento en busca de refugio de quienes eran sus seguidores en torno a la figura de Patxi López, el antiguo lehendakari, antiguo presidente del Congreso y antiguo hombre, él mismo, de confianza plena de Pedro Sánchez, pero que se abstuvo, sin recurrir siquiera a la fórmula usada por María González y Adriana Lastra, por ejemplo, de “por imperativo, abstención”.

El paso de Sánchez por Évole

“La intervención de Pedro Sánchez con Évole fue el clásico ejemplo del tiro que sale por la culata”, nos decía una miembro del Grupo Parlamentario Socialista, que señalaba esa entrevista en el programa Salvados como un error, por el contenido de sus declaraciones, que ha acelerado su soledad. Y apuntaba los pecados que explicaban ese ‘error’: para muchos de los que estaban con él, la definición de Cataluña como nación resultó una sorpresa y un concepto no defendible; su defensa de Podemos no la había realizado nunca en los órganos del partido, sino que al contrario había hecho declaraciones, muy repetidas, de oposición al acuerdo con un partido que calificaba de ‘populista’; su no referencia, ni una vez, en defensa al PSOE de los ataques de los dirigentes de Podemos e Izquierda Unida a la historia del partido…

Más allá de los errores que cometiera o no Pedro Sánchez en la entrevista desvelando intenciones que nunca compartió con los miembros de la dirección de su partido, o que lo que le suceda sea el típico aislamiento del ángel caído, lo cierto es que en la bancada socialista del Congreso hablan del movimiento cada vez más notable en el que viven los sanchistas. Un movimiento que les lleva, dicen, irresistiblemente hacia la sombra de Patxi López.

Patxi López como 'nuevo destino'

Y cuando hablan de estas personas, lo hacen, claro, de Susana Sumelzo, de María González, de Adriana Lastra.., pero también incluso de Odón Elorza e incluso de alguien tan significado como César Luena, el que fue mano derecha del propio Pedro Sánchez. De hecho, casi más que de ninguno hablan de Luena. Y recuerdan cómo al poco del desastre electoral socialista del 26J, cuando pareció durante unos días que se tambaleaba Sánchez, el propio Luena no tuvo reparos en hacerse eco lo positivo que sería una dirección socialista bajo el mandato de Patxi López. Lo que por cierto, provocó una primera quiebra en la relación Luena-Sánchez.

¿Y por qué Patxi López? Porque todos coinciden en que es la figura del sanchismo que mejor sobrevivirá al Congreso (por cierto cada vez parece más claro que no se producirá ese Congreso Express, y que más bien será después de la Semana Santa del próximo año -cae en la segunda semana de abril- cuando se haya preparado un nuevo programa para el socialismo), y quien mejor se ha ‘recolocado’ con el ‘mundo cercano a la Gestora’, no sólo por su pasado, sino también por sus relaciones personales con otros barones.

Por cierto, los mismos diputados socialistas dejan fuera de este movimiento a otro sanchista, Rafael Simancas, quizás uno de los que más significadamente se han manifestado ‘sorprendidos’ por la intervención de Pedro Sánchez en el programa de Jordi Évole.