Tom McCarthy: Hombres en el espacio (Pálido Fuego)

 

La complejidad de la mente y de los proyectos narrativos del británico Tom McCarthy tiene pocos rivales. Sirvan de ejemplo sus novelas Residuos y Satin Island y su excelente ensayo Tintín y el secreto de la literatura: sus ocurrencias, sus vistazos al mundo actual, sus derivas sobre la imagen y la memoria y las correspondencias con la realidad resultan asombrosas. Hombres en el espacio, con traducción de José Luis Amores, es su segunda novela y quizá entrañe mayor dificultad para el lector por su narración fragmentaria, por las distintas voces que van recreando los sucesos de la historia, que parte de un encargo: preparar una copia idéntica de un cuadro religioso para hurtar el original y dar el cambiazo. Y con la antigua Checoslovaquia como escenario principal, por donde circulan mafiosos, policías, asesinos, artistas… McCarthy despliega una trama escurridiza que va acumulando capas que actúan de metáforas: ese icono que flota en el cuadro y del que quieren desentrañar su significado, ese cosmonauta soviético que espera en el espacio porque carece de patria que lo reconozca, esos personajes que de repente se quedan aislados, perdidos, varados… sea dentro de un espacio físico o mental o dentro de una sordera inexplicable. Este autor nos obliga a mirar las imágenes y las pinturas de otro modo. Nos obliga a reflexionar. Nos invita a plantearnos qué ocurre cuando todo se resquebraja y no hay lugar al que volver. El fabuloso epílogo es de Simon Critchley, y en su última frase nos da una respuesta: Todo cae de vuelta a la tierra. Una vez leída la novela, propongo abrirla al azar y releer pasajes sólo por recrearse con el funcionamiento de su prosa.    

 

 

Tony Tulathimutte: Ciudadanos particulares (Alba Editorial)

 

Este escritor, de apellido impronunciable y de origen oriental aunque nacido en Estados Unidos, fue una sensación en aquel país con esta ópera prima, una novela muy trabajada y muy acorde con nuestro tiempo, y en seguida tuvo a la crítica a sus pies. Ciudadanos particulares (traducción de Mariano Antolín Rato) retrata el mundo contemporáneo occidental de una manera tan certera como lo hizo Olivier Assayas con su extraordinaria película Personal Shopper. La novela nos cuenta las vidas de cuatro amigos, dos hombres y dos mujeres, y cómo se abren camino en una sociedad en la que priman la competencia feroz y las relaciones esporádicas. Ciudadanos particulares sorprende y a la vez irrita al lector, o al menos eso es lo que me ha sucedido a mí. Tulathimutte posee la cualidad y la calidad narrativa de cerebritos como Jonathan Franzen y David Foster Wallace, capaces de desarrollar lenguajes que usan términos informáticos, económicos o empresariales, y a menudo nos dispensa algunas frases y diálogos para subrayar… pero esas mismas cualidades se vuelven a veces en su contra porque, tal vez por ser su debut, aún no tiene sujetas las riendas de su caudal narrativo: así, a veces encontramos párrafos difíciles de entender, o sentencias demasiado rebuscadas, retorcidas, como para demostrarnos que sabe hacer malabares con el lenguaje. Hay que seguirle la pista a este autor, sin duda, y si aprende a domar un poco esos errores, puede depararnos libros perfectos.

 

 

Charles Simmons: Agua salada (Errata Naturae)

 

La clave de esta novela sobre distintos amores estivales reside en la primera frase: En el verano de 1963 yo me enamoré y mi padre se ahogó. Las historias girarán en torno a esos ejes. Inspirándose en el punto de partida del Primer amor de Iván Turguénev, Charles Simmons nos cuenta en Agua salada, con traducción de Regina López Muñoz, los avatares veraniegos de una serie de personajes (adolescentes, jóvenes, matrimonios) durante las vacaciones del protagonista junto a sus padres, en una isla del Atlántico. En esa atmósfera embriagadora de barcos, fiestas, sal marina y baños, surgen las amistades, las pasiones, los desengaños y, por supuesto, los primeros picores. Michael, el narrador de 15 años, se enamora de Zina, y sus energías van encaminadas a saber si ella le corresponde o si se ha prendado de algún hombre mayor. Simmons es un escritor de prosa sencilla que, con unas pocas pinceladas, logra meternos en ese ambiente lúdico de cuando éramos muchachos, lo que depara una lectura evocadora, tierna, nostálgica y refrescante. Todos hemos conocido esos amores juveniles y sabemos que acaban siendo tan escurridizos como los pescados que surcan las aguas donde se bañan las familias del libro.  

 

 

Dominique Scali: En busca de New Babylon (Hoja de Lata)

 

Un western escrito por una joven autora canadiense que ha obtenido el galardón del Festival de Primera Novela de Chambéry 2016: ésta es la premisa del libro que, con traducción de Luisa Lucuix, acaba de publicar la editorial asturiana Hoja de Lata. Y funciona. Mediante continuos saltos en el tiempo, Dominique Scali nos narra las historias de cuatro personajes que irán cruzando sus caminos en los desiertos, los poblados del Oeste y las montañas: un falso predicador que aparece al inicio con las manos cortadas, un pirómano muy ducho en escapar numerosas veces de la horca, una joven prostituta que siempre está leyendo y que logra huir de esa vida y un tipo que asegura descender de condes rusos y que pretende fundar una ciudad llamada New Babylon. Estos personajes se ven envueltos en redes de mentiras, en leyendas, en territorios donde abundan los indios, los cazadores de recompensas, los buscadores de oro, los jugadores… La autora ha logrado ofrecernos un debut magnífico, como una especie de narración postmoderna de Sam Peckinpah, pero con cierta poesía en las numerosas sentencias: atención a los epígrafes de cada capítulo, posiblemente lo mejor de la novela.