EL found footage es el leit motiv del [S8] en su octava edición, por lo que una sección bajo el nombre de ‘Oficina de objetos perdidos’ no podía resultar más sugerente. Compuesta por diez piezas, se presentan diferentes maneras de apropiación de materiales ajenos, con diferentes soportes y acercamientos, con aproximaciones variadas que dan habida cuenta de, a pesar de lo aparentemente azaroso del conjunto, el trabajo en este terreno en la actualidad.

Imágenes encontradas.

Los (De)pendientes, de Sebastian Wiedemann, cuyo título hace referencia a la película El dependiente, realizada en 1969 por el director argentino Leonardo Favio, es un ambicioso y deslumbrante trabajo que toma imágenes de películas argentinas realizadas en 1956 y 2006 para llevar a cabo un montaje o sampleado visual en el que desaparece todo comentario sonoro para crear una pieza que revalúa el acercamiento a la historia del cine, concentrándose en producciones argentinas, en tanto a que la sucesión de ese material crea una narración a partir, precisamente, de lo relatado en las películas elegidas. Así, la cuestión es presentar aquello que en su día esas imágenes absorbieron del momento en fueron realizadas para, en comentario o en diálogo con el resto de producciones, crear un relato histórico y cinematográfico que se cuela en el presente en busca de resignificar las imágenes a la par que evaluar su sentido en nuestro presente, como imágenes históricas y no solo cinematográficas.

Eva Kolcze y Philip Hofmann también recuperan en By the Time We Go to Expo, imágenes de archivo, en este caso pertenecientes a la Expo 67 en Montreal, para, a partir de su manipulación, crear un contraste entre el sentido futurista que tenían en su momento con aquello que anunciaban en relación con la exposición, y su pertenencia, su naturaleza, pretérita. Así, se rompe la línea temporal entre lo que intentaban significar entonces esas imágenes y aquello que nos dicen ahora. 

Ignacio Tamarit en ¡PÍFIES!, parte de imágenes encontradas para, con cierto sentido del humor, trazar una especie de álbum familiar en el que se suceden rítmicamente las imágenes acompasadas por la música y mostrando unas grabaciones amateur quizá insignificantes más allá de la importancia que tengan para quienes las realizaron. Ahora, montadas de ese modo, toman otro significado, convertidas en parte de un todo. Al contrario que Miguel Mariño en su magnífico corto Ir e vir, quien parte de un pequeño fragmento de fotograma de los años 60, para trabajar sobre la repetición y el ritmo, transformando su inicial figuración en una imagen abstracta a partir de una composición visual y sonora que crea un ritmo muy preciso hasta convertir las imágenes en formas y en colores.

Imágenes del terror.

La imagen pasada como imagen de terror. Como imagen que debe descifrarse para conocer su interior. Y, en su manipulación, surgen extraños significados, extrañas formas, que bien pueden corresponder con aquello que representan o bien denotar que la mirada es aquella que da sentido, en ocasiones, a las imágenes. Algo así se percibe en Flowers of he Sky, de Janie Geiser, fascinante cortometraje que parte de dos fotografías encontradas en una tienda de segunda mano que retratan, en dos instantáneas diferentes, una reunión de la orden masónica Eastern Star en el Wilton Hotel. A partir de un acercamiento diferente a esas imágenes, buscando en lo general, atendiendo a los detalles, Geiser construye un corto atmosférico e inquietante, junto a la banda sonora, dado que logra que dos tomas que en apariencia simplemente retrataban un momento particular, acaben siendo sendas ventanas a algo que va más allá de su mera presencia y existencia. Pere Ginard, en The Bogeyman, parte de un personaje incorpóreo, de una idea del Mal, para crear un corto de terror que enfatiza la falta de forma del bogeyman a la vez que, mediante diferentes materiales encontrados, dotarle de un sentido figurativo, casi real. Una pulsión que se inscribe dentro de un sentido de juego formal que, junto al sonido y la música, dan como resultado lo que podría ser, tanto figurativa como abstractamente, una posible materialización de un miedo incorpóreo.