La culpa tiene muchas caras. Se puede sentir culpa por el recuerdo de un pasado, por sentirse señalado desde un ambiente extraño por algo cometido o por algo que nunca se llegó a producir. Hasta existe la culpa que uno mismo se impone como castigo. De todo esto, pero también del amor, del exilio y de las vueltas que da la vida habla Fernando Delgado en su último libro, una obra que cierra su Tribología del Ahogado que comenzó con ‘No estabas en el cielo’ (1996) e ‘Isla sin mar’ (2002).

Con ‘El huido que leyó su esquela’, el escritor, periodista y diputado del PSPV-PSOE cierra un ciclo en el que cuenta la historia de Carlos, un hombre que tiene que abandonar a su familia en una isla de Tenerife, hacerse pasar por muerto y exiliarse para huir de una acusación: un asesinato que en realidad nunca cometió. Así comienza una historia que se cuenta a caballo entre España y Francia, entre Tenerife, sus islas y París. ELPLURAL.COM habla con el escrito Fernando Delgado para saber más sobre este libro ‘El huido que leyó su esquela’ y sobre él.

No queremos hacer ningún tipo de spoiler literario, pero ¿podrías explicarnos con qué se va a encontrar el lector al abrir tu nuevo libro ‘el huido que le leyó su esquela’?

Pretendo que el lector pueda hacer su propia lectura, que cada uno sienta cosas distintas. Ya sabemos que cada lector sopesa y se emociona con una misma lectura de una manera diferente.

Es la historia de un huido que lee su propia esquela fuera del país, de un huido que había sido acusado falsamente de un crimen que no llegó cometer. Esta historia, en sí misma, parece una historia policiaca pero no lo es. Aunque si puede tener cierto carácter.

Es una novela más meditativa que ofrece la posibilidad de reflexionar sobre la culpa y que incluye emociones sobre la culpa. La culpa, como se sabe, puede ser redentora y puede ser castigadora y; a veces, es un acto de justicia y en otras ocasiones es pecado, por decirlo de alguna forma. Dentro de la religión católica, la culpa tiene distintos visos según el pecado del que se trate. No es lo mismo el quinto mandamiento de “no matarás”, que el sexto “no desearás a la mujer del prójimo.

Y es que al protagonista de tu libro le persigue la culpa por dos razones muy diferentes. Por un lado, está ese asesinato que él nunca cometió, pero del que es el principal acusado y; por otro, la culpa que le persigue por haber abandonado a su familia en España

Exacto. También está la culpa que le persigue y que él quiere poseer. Es una culpa meritoria como acto de redención.

Tu novela es un texto a caballo entre España y París ¿por qué elegiste estos dos escenarios?

La novela inicial de la trilogía, ‘No estabas en el cielo’, es la novela en la que el escapado y protagonista es el padre y el narrador es el hijo que se queda en España.

En esta novela el narrador ya es el padre que tiene que huir y lo hace con la ayuda de un comandante de la Guardia civil. Ambos están en complicidad para organizar el crimen que en realidad nunca llegó a cometerse.

En todo estos, se encuentra con unos comunistas en París que le dan un pasaporte con una identidad diferente y le facilitan una escapada para esa ciudad y muy especial.

¿En qué te has inspirado para poder hacer esta obra? ¿Cuál fue la semilla de la que ha nacido esta historia?

En la playa de la casa de mis abuelos en la isla de Tenerife, una playa en la que yo veraneaba, me encontraba a veces con un niño que se empeñaba en que mi padre, que efectivamente había fallecido, se había ahogado en esa playa. Pero unas veces decía que se había ahogado y otras que se había escapado nadando de la playa.

Esta fantasía de aquel chico, que a veces hacía gracia en mi familia cuando la contaba, pero que en otras ocasiones no hacía ninguna gracia, maldita la gracia, me ayudó.

Me fui obsesionando con este personaje y con la huida. 

Se podría decir, no sé si en esta o en todas tus obras, que hay algo de ti en las novelas que escribes

Yo creo que en todas. En todas las obras hay cosas de uno, incluso cuando las encarna una mujer. En mis novelas anteriores hay muchos personajes femeninos que sus almas podrían ser perfectamente masculinas o intergenéricas.

Yo creo que sí, que en todas ellas estoy yo de alguna manera. Mis obsesiones, mis gustos, mis sueños, mis manías…

Periodista, escritor y, desde el 2015 también político. Ese año comenzaste esta nueva aventura dentro del mundo político como número dos en las listas del PSPV-PSOE ¿Qué te llevó a dar este salto? ¿Por qué tomaste esta decisión?

Yo he sido siempre un ser plenamente político. Creo que ningún ciudadano es ajeno de verdad a la política. Ningún ciudadano que tenga alguna exigencia ética o personal puede ser ajeno a la política.

La política no es una profesión ni es el ejercicio de mando solamente. La política no es sólo un instrumento de gobernación, también es un instrumento de conciencia y, por lo tanto, de ética personal.

Yo siempre he estado, desde mayo de 68, de alguna manera en la política. Es más, cuando era un joven católico durante el franquismo, era un católico comprometido socialmente. He tenido conciencia política siempre. Muchas veces he dicho, y con razón, que he sido un cristiano sin Iglesia y que ahora soy un socialista sin partido porque estoy en la política como independiente.