La cineasta belga Marion Hänsel disfrutó durante una época de cierto prestigio, con sus películas estrenadas en nuestro país, como Las bodas bárbaras (1987), Entre el cielo y la tierra (1992) o A cielo abierto (1998), siendo la más reciente Si el viento sopla la arena (2006), pero actualmente carece en general de un lugar dentro de los discursos cinematográficos. Río arriba, su última película, posiblemente no cambie lo anterior, pero al menos se puede celebrar que se estrene.

En Río arriba, Hänsel propone el relato de dos hermanos, Homer (Olivier Gourmet) y Joe (Sergi López), quienes no se conocían hasta que recientemente su padre se suicidase en un lugar apartado de Croacia, a donde se dirigen ambos, primero a bordo de un barco por el río y, después, a pie por los bosques hasta el monasterio en el que encontraron el cuerpo del padre.

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Hänsel construye la película como un relato de aventuras que afecta tanto a su construcción externa como interior en tanto a lo que el itinerario perturba a los personajes. Homer y Joe son dos completos desconocidos hasta el momento en que descubren que tienen el mismo padre, sobre quien cada uno con unas perspectivas diferentes sobre su figura: para Joe es más cercana dado que tuvo relación con él, mientras que para Homer es un total desconocido. A partir de ahí, la cineasta crea un recorrido físico en el que el movimiento va modulando el ritmo de la película y estructurándola a base de secuencias que alternan momentos en apariencia muertos con breves conversaciones entre los personajes, con las que se va desvelando parte de un pasado que, al final, descubriremos que no era tal y como lo estaba planteado Joe, quien crea una figura paterna acorde con la necesidad de Homer de construir una dado su desconocimiento. Del mismo modo, cuando se encuentren con Sean (John Lynch) averiguarán una faceta de su padre que sorprenderá a los dos hermanos. Su sombra, ya devenida fantasma, se cierne sobre ellos para recordar, en el caso de Homer, su ausencia durante su vida; en el caso de Homer, para hacerle ver que el relato que está creando para Homer, en verdad, responde al padre que hubiese querido tener, y no el que fue en realidad.

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Río arriba es una película que gira alrededor de la idea del descubrimiento identitario de los personajes, el cual surge a lo largo de un trayecto en el que, enfrentados como desconocidos, por mucho que intenten imponer su condición de hermanos, acabará revelando su interior, la manera en la que han construido un relato, el uno para el otro. Al final, expuesta la verdad, no tendrán más remedio que mostrarse como son. Y entonces llega la liberación para ellos, abandonando el pasado y pudiendo mirar al presente.

Hänsel en Río arriba ha realizado una película sencilla en apariencia pero compleja gracias a un trabajo sutil y conciso, directo tanto en los diálogos como en el trabajo formal que ha llevado a cabo, con un gran cuidado en unos encuadres limpios y herméticos que resultan perfectos para resaltar a los personajes y al paisaje. Su gran virtud reside en que parezca que está contando poco, que apenas pasa algo, y, sin embargo, dejar que sean las imágenes, de gran belleza en casi todo momento, las que desvelen la perturbación interior de los personajes. Y su liberación final.