El novelista norteamericano Kent Haruf (1943-2014) no es apenas conocido en nuestro país, y sin embargo estamos ante uno de los proyectos literarios más interesantes de la literatura contemporánea de su país. Desde su primera novela, The Tie that Blinds (publicada en 1984 cuando contaba con cuarenta y un años), Haruf ha ubicado toda su obra en la localidad de Holt, en Colorado. En 1999, con Plainsong, comenzó una trilogía a la que siguió con Eventide y Benediction, un trabajo que ahondaba en las vidas cotidianas de los habitantes de Holt en la que surgía una clara pulsión entre una herencia literaria y un intento de crear un nuevo espacio mítico del paisaje norteamericano en su extensión tanto física como humana. Tres novelas que pueden leerse por separado pero que toman forma completa al hacerlo en conjunto. Haruf comenzó tarde a publicar, que no a escribir, y entre sus novelas siempre hubo un espacio de tiempo considerable que en gran medida se percibe en el cuidado de su prosa, en lo límpido de sus descripciones, en la atención a detalles minúsculos que, sin embargo, otorgan consistencia y sentido a las vidas retratadas.

En febrero de 2014, los médicos le diagnosticaron una enfermedad terminal. Haruf sabía que le quedaba poco tiempo de vida. Y comenzó la que sería su última novela, Nosotros en la noche. A diferencia de otras novelas póstumas, Haruf la escribió sabiendo que sería su testamento literario. Quizá sea por este motivo que su lectura resulte tan conmovedora, tan humana, tan melancólica a la vez que serena. Haruf centra la acción en Louis y Addie, dos ancianos que viven solos y deciden pasar juntos las noches. Para hacerse compañía, para no estar solos. Por supuesto, su decisión chocará con los vecinos, con su familia, quienes no ven ‘apropiado’ dicho comportamiento. Pero la fuerza de Nosotros en la noche no reside tanto en cómo expone algunas de las formas estúpidas de construcción social en las que estamos asentados, sino en cómo Haruf va poco a poco revelando la intimidad de Louis y Addie, como sus noches devienen en momentos confesionales en los que recuerdan momentos del pasado que marcaron sus vidas. Con una prosa sencilla y directa, y un sentido de la narración rápido, que revela la necesidad de escribir con celeridad contra el tiempo pero también un gran dominio literario, Haruf nos presenta un espacio privado, con implicaciones públicas, en el que dos personas buscan a otro para hablar, para estar, para ser. La aparición del nieto de ella amplia a la pareja, y casi los convierte en padres de nuevo. Y sin embargo, al final, todo acaba terminándose. Pero con la misma serenidad con la que todo había comenzado.

Nosotros en la noche es una novela escrita por necesidad, como despedida, casi como homenaje, como el propio Haruf dijo a su esposa, a su matrimonio. La novela de un hombre que sabe que dejará de existir y encuentra necesario expresar de forma literaria su despedida. Y lo hace con una novela breve, en la que apenas sobra un momento, que transmite la rapidez de su escritura pero sin  caer en el descuido formal o estilístico, y que, sobre todo, al borde la muerte, el escritor es capaz de transmitir una gran sensación de reconciliación con la vida y con lo humano.