Los niveles de hambre y desnutrición en el mundo siguen siendo escandalosamente altos: una de cada nueve personas en el mundo padece hambre crónica y la desnutrición causa la muerte de tres millones de niños.

Pero Hambre y desnutrición no son lo mismo, por eso se miden por separado. El hambre se produce cuando un estómago está vacío, a falta de suficientes ingresos o ayudas socioeconómicas para conseguir alimentos. El hambre hace que la gente que la padece sea más propensa a contraer enfermedades y acarrea un aumento de las enfermedades y fallecimientos. El hambre menoscaba seriamente el desarrollo.

La desnutrición es consecuencia de una carencia severa de nutrientes en la dieta de una persona y de un debilitamiento de su sistema inmunológico. Es un círculo vicioso en el que una insuficiente ingesta de nutrientes puede hacer que los afectados sean más propensos a contraer enfermedades infecciosas, al tiempo que la exposición a la enfermedad puede disminuir el apetito y la absorción de nutrientes de la persona. La desnutrición en los primeros 1000 días de la vida de un niño (desde su concepción hasta los dos años) tiene un impacto de por vida y en su mayor parte irreversible, ya que perjudica el desarrollo físico y mental del niño.

Los datos son recientes y han sido publicados por el Institute of Development Studies (IDS) en el HANCI -Indice de Compromiso con el Hambre y la Nutrición- y confirman una afirmación preocupante: muchos países en los que más del 40 % de los niños de menos de 5 años están malnutridos tienen poco o escaso compromiso político al respecto.

Unos pies que enseñan el hambre



Perú se sitúa a la cabeza de la lista de países comprometidos, pues está adoptando importantes medidas en la lucha contra el hambre y la desnutrición. En Perú, cada vez es mayor la proporción de la población que tiene acceso a agua potable y a unas buenas condiciones de higiene, al igual que cada vez son más los profesionales de la salud con formación pertinente los que atienden los partos. No obstante, estos beneficios aún no han llegado a un nivel aceptable en las comunidades más pobres del país, donde prevalecen unos índices de retraso de crecimiento preocupantemente altos.

India se ha colocado en uno de los primeros puestos del índice HANCI gracias a las mejoras en el acceso a saneamiento, a tierras, al registro civil de la población y a una mayor asignación de presupuesto a la salud (a pesar de haberse producido importantes recortes en los presupuestos anuales).

El índice HANCI de 2014 mide el compromiso político adoptado para reducir el hambre y la desnutrición en 45 países en vías de desarrollo. Este índice incluye a países en vías de desarrollo con elevados niveles de hambre y/o desnutrición. El índice muestra niveles de compromiso político para reducir el hambre y la desnutrición, y lo hace comparando los esfuerzos respectivos en materia de políticas, normativas y gasto público.