La financiación de la sanidad vuelve a estar de moda por que la semana pasada ha ocurrido en Estados Unidos: “Una hora antes del horario previsto de la votación del proyecto de ley para substituir al sistema Obamacare, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, se trasladó a la Casa Blanca para informarle a Trump que el proyecto de reforma no sería aprobado. Ante esto, el Mandatario prefirió no someter la iniciativa al escrutinio de los parlamentarios. De esta forma, el plan de salud del Gobierno de Obama se mantiene vigente y sin cambios”. Así lo contaron las agencias de noticias.

El presidente Trump sufría su primera derrota parlamentaria a manos de su propio partido, el Republicano, que tiene mayoría en el Congreso, incapaz de ponerse de acuerdo sobre sus propios intereses. Está claro que no era una cuestión de los intereses de los estadounidenses, toda vez que, según la oficina de presupuestos del Congreso si se hubiese aprobado la reforma de Trump, a principios de 2018, 14 millones de norteamericanos se quedarían sin cobertura sanitaria.

A estos 14 millones hay que añadir los 24 ó treinta millones, según las fuentes, que todavía no tienen ningún tipo de seguro sanitario, a pesar de la puesta en marcha de la reforma de Obama en 2010. Pese a estas grandes lagunas el gasto sanitario en Estados Unidos es el más alto del mundo: Más de 9.000 dólares por habitante, un 15% del Producto Interior Bruto.

En España el gasto sanitario es de poco más de 3.100 dólares por persona al año y, teóricamente ningún español está fuera de la cobertura sanitaria. Este gasto del que hablamos en nuestro país es el público y el privado juntos, según los datos de la OCDE relativos al año 2016 -ver estadística adjunta-.

A la vista de estos datos nuestro gasto sanitario no es excesivo, aunque los recortes lo hacen disminuir en los últimos años, al contrario que lo que ocurre en los países europeos que ha subido de media el 5%.

Otra cuestión es la atención sanitaria que, en los años de la crisis, ha sufrido un retroceso en nuestro país por el cierre de camas hospitalarias y el parón en la contratación de profesionales de la salud en la sanidad pública. No obstante nuestro nivel de aceptación entre los pacientes es superior al de otros países, lo que se debe a la gran profesionalidad y sacrificio de los médic@s y enfermefrmer@s y demás trabajadores de la sanidad española.

Con estos datos, podemos responder a la pregunta inicial diciendo que nuestra sanidad no es cara y más eficiente que la de muchos otros países que gastan más dinero del presupuesto en atender a sus enfermos. El titular en este país es: Los profesionales de la salud salvan el sistema en España.