El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) difundió- hace  pocos días-que el PSOE estaba avanzando de nuevo, por fin, tras una larga etapa de plomo.

Pero, unos cuantos militantes enojados, y enojadas, han pasado a dar la espalda a Pedro Sánchez una vez más. La renuncia de Antonio Trevín a su escaño de diputado por Asturias es el ejemplo más reciente. No compartía la nueva estrategia parlamentaria del renovado PSOE, dispuesto a no bailarle el agua a Mariano Rajoy.

Pero, no habrá sido ajeno a su decisión, el revés del presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández, en su etapa como responsable de la Comisión Gestora del Partido Socialista. Su candidata no ganó las elecciones primarias.

La renuncia de Antonio Trevín, y antes la de Eduardo Madina, también estará relacionada con la pérdida de protagonismo en el Grupo Parlamentario Socialista.

Más allá de las batallas internas, de las querellas personales o de grupo, la cuestión de fondo, que afecta a otros cargos socialistas, y de otros partidos aunque no salgan apenas a la luz, es su dificultad para adaptarse el panorama social y político, que ha cambiado radicalmente. Ya no vale la vieja forma de hacer política.

 Se equivocaron, pero siguen dale que dale

Como tampoco debiera valer la discrepancia con el mandatario de turno. Si  uno se incorpora a la militancia en cualquier partido acepta los cambios que puedan producirse en la dirección, siempre que se hayan realizado con limpieza democrática.

Pedro Sánchez, no lo olvidemos,  fue maltratado por aquellos que  creían ser  los dueños del lugar y en verdad no lo eran. Se equivocaron, pero siguen dale que dale, con El País de por medio.

Un veterano periodista como yo, y tantísimos otros colegas, tuvimos que aguantar los ataques de la  dictadura, sin renunciar a nuestros compromisos con la democracia. Más tarde entendí que el socialismo era el mejor instrumento para darle la vuelta a la tortilla política, en favor de los ciudadanos más desposeídos.

Por cierto no está de más leer el libro El Socialismo y la España Oficial, de Maria Teresa Martínez de Sas, sobre la coherencia del fundador, Pablo Iglesias.