El plástico, en forma de polietileno, poliuretano, polivinilo o poliestireno entre otros, se ha incorporado a lo largo de los últimos años como material de revestimiento habitual en nuestros hogares. Junto a pinturas, adhesivos, aglomerados y moquetas forma una gran emboscada para nuestra salud, recargando el ambiente de sustancias tóxicas y aumentando la sobrecarga por electromagnetismo.

La recuperación de los materiales naturales en lugar de los productos sintéticos derivados del petróleo, como por ejemplo el corcho, puede devolver un ambiente mucho más saludable al hogar.

La corteza del alcornoque (Quercus suber), perteneciente a la familia de la encina, el roble o el quejigo, entre otros árboles autóctonos, viene siendo utilizada desde antiguo por el hombre en uno de los oficios más productivos de la silvicultura: la extracción de corcho.

La función primordial de la corteza del alcornoque es proteger al árbol de los rigores climáticos, y su aprovechamiento en el hogar obedece a los mismos menesteres, ya que es un buen aislante térmico y sonoro, impermeable, elástico y muy ligero.

El corcho resiste la acción de los productos agresivos, tiene una larga duración y es muy fácil de manipular. Además del calor y el ruido, impone una barrera a todo tipo de agentes agresivos. No acumula electricidad estática y protege de cualquier radiación: el corcho es el segundo mejor aislante contra la radiactividad, detrás del plomo.

En pleno auge de los productos ecológicos destinados a una mejora en la calidad de vida, el corcho es una excelente alternativa natural 

Las clásicas planchas que se emplean en el revestimiento de paredes y suelos están elaboradas con corteza triturada a la que se le añade un aglomerante para prensarla. Antes de elegir uno u otro modelo en función del color o el aspecto es recomendable interesarse por el tipo de aglutinante que se ha utilizado en la fabricación, desechando las planchas que contengan barnices sintéticos u otras sustancias tóxicas como el  formaldehido: un peligroso contaminante de fácil evaporación que puede causar alergias y molestias graves para la salud.

Una de las ventajas más significativas del corcho respecto a otros materiales de revestimiento es su alta versatilidad: puede ser aplicado de manera fácil y sin el empleo de maquinaria sofisticada en paredes y suelos, ya que se adapta a rincones y recodos de manera directa. Eso sí, para instalarlo se deben emplear adhesivos naturales como la cola de lignina, evitando en todo caso los disolventes tóxicos que se liberarían en el ambiente de la estancia.

Existe la costumbre de aplicar una capa de barniz a las planchas para darles un aspecto brillante. Se trata de un error. De ese modo estamos modificando sus propiedades naturales. En el caso del suelo, podemos frotarlo con ceras naturales y pulirlo, pero nunca aplicarle una capa impermeabilizante o plastificante.

En pleno auge de los productos ecológicos destinados a una mejora en la calidad de vida, el corcho es una excelente alternativa natural para el revestimiento del hogar. Además se trata de un recurso renovable y abundante, cuyo uso promueve el aprovechamiento sostenible  del alcornocal, uno de los mejores representantes del bosque mediterráneo.