Leo esta noticia y no me creo que, en lugar de avanzar, de abrir las mentes adustas y grises que nos rodean, se dedican a prohibirlo todo. O al menos, a intentarlo. Los Populares murcianos de San Pedro del Pinatar aprueban una ordenanza por la que a partir de mañana, lunes 24 de julio, estará terminantemente prohibido practicar nudismo en sus playas. Si a usted se le ocurre disfrutar de la playa de la manera más natural posible, vaya preparando 750 euros. Eso le va a costar su propio desnudo.  En tiempos de Franco eran 500 pesetas. No me voy a poner a echar cuentas para saber si el bofetón es ahora más caro o más barato.  A mí me parece, simplemente, incomprensible.

Desde que fuera aprobada nuestra Constitución Española, la aplicación de la ley no puede hacerse en base a consideraciones morales. Se crearon las playas nudistas autorizadas porque todavía seguía vigente un artículo del Código Penal que condenaba el "escándalo público",  pero que, en 1989 fue eliminado. Según la información que presentan en la página web española sobre Naturismo, a partir de este momento, y en base a la Ley Orgánica 5/1988, el nudismo pasa a ser legal en cualquier espacio público.  Como bien señala esta página, algunos pretenden confundir con lo que sí está penado, que es el Exhibicionismo. Y nada tiene que ver, puesto que éste, tiene una connotación sexual mientras que practicar naturismo no.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos lo ha dejado muy claro: hacer nudismo es una manera de expresarse en libertad. Y que, por lo tanto, no puede ser limitada a través de ordenanzas como la del Ayuntamiento murciano de San Pedro del Pinatar.

Y hasta aquí la parte legal que debería ser suficiente para dejar de marearnos con el asunto. Pero comprendo que haya quien no entienda de qué va esto del naturismo, es hasta cierto punto comprensible. En este país tenemos un culto extraño a la apariencia más que al ser, un culto extraño e hipócrita a todo lo que luzca como "dicta la norma" (los anuncios de la tele, o los programas de máxima audiencia), en lugar del respeto por encima de todo a lo que cada cual elija en libertad.

Me resulta muy triste que ver un cuerpo desnudo pueda ocasionar problemas en esta sociedad. Que en los telediarios se puedan ver imágenes de muertes, niños devorados por hambruna, guerra, devastación y barbaries varias pero que nos escandalicemos por ver un culo, unas tetas o un pene, es para hacérselo mirar. Ojalá nos educasen reforzando otros valores bien distintos a los que hoy en día se promueven. Me explico: disfrutar del mar, de la playa, del sol sin bañadores ni ningún tipo de vestimenta es algo muy saludable. Que solamente critican quienes no lo han practicado nunca. No sólo significa desprenderte de tu ropa, sino desprenderte de tus complejos, de ciertos miedos que te acompañan (muchas veces sin saberlo) y que te conectan con la naturaleza de una manera muy sana y, creo, necesaria.

La primera vez que uno se anima a dar el paso tarda un rato en soltar esas cadenas. De hecho es, precisamente, cuando se da cuenta de que las tenía. Supone, sin duda un ejercicio racional y yo le invito al lector a que lo haga. Experimentará una sensación especial y se dará cuenta de la cantidad de amarres a normas sociales y estereotipos que nos bloquean en el día a día.

Le garantizo que superados estos miedos, uno comienza a sentirse mucho mejor consigo mismo. Y eso que no le he hablado de las sensaciones que produce introducirse en el agua sin ningún tipo de prenda. Mirar al cielo y sentirse parte de un todo: lo natural, y usted, una pieza más de este planeta. Quizás sea una reflexión demasiado profunda cuando puede que usted se haya leído tres revistas de moda y haya recorrido cuatro centros comerciales para encontrar ese triquini del verano (le respeto profundamente). Yo solamente le animo a que, al menos, una vez en su vida, lo haga: olvídese del triquini, ¡échese protección solar, y póngase en pelotas! Deje usted que el sol llegue donde nunca llegó... . De manera consciente, a la luz del día, y como experiencia natural, libre de cualquier tipo de prejuicio. ¡Es tan sano sentirse libre de complejos, de prejuicios y en contacto con la naturaleza....!

No tenga usted miedo, si se anima a ir a una playa naturista, de que le vayan a estar observando la celulitis, ni las tetas caídas, ni el culo gordo. A nadie le importa. Se lo aseguro. Por lo general hay ciertas normas no escritas: cada cual es libre de hacer lo que quiera, pero cuando te cruzas con la gente paseando, te miras a los ojos. Y seguramente al principio, desde la toalla no puedas evitar observar los demás cuerpos desnudos. Cuando te das cuenta de que disfrutan relajados, sin que les importe lo más mínimo lo que tú puedas estar pensando, te contagias. Así, puedes observar una sensación de relax, de paz y de disfrute digna de valorar.

En las playas nudistas la gente se observa bastante menos que en las textiles. Es un hecho que siempre he comprobado. Mientras en las últimas es evidente hacia dónde se dirigen las miradas, en las primeras rara vez encuentras esas actitudes. Niños, mayores, embarazadas, jóvenes, todos en igualdad. Allí nadie presume de nada, nadie oculta nada, y a nadie le importa lo que pienses ni lo que dejes de pensar.

Y por supuesto, añado: jamás he visto una playa naturista sucia, puesto que el respeto a la naturaleza se plantea de manera general. Tanto hacia uno mismo como hacia los demás. Y eso pasa, inexorablemente, por cuidar de la Tierra.

A pesar de que yo le anime a probarlo una vez en su vida, para experimentar algo natural, sano y que no hace daño a nadie, entiendo y respeto perfectamente a quienes no se lo planteen jamás. Del mismo modo que exijo que se nos respete a quienes creemos que poder disfrutar de un entorno natural en absoluta libertad es una de las pocas cosas que nos quedan como un regalo, que nos permite desconectar plenamente de todo lo que nos vamos poniendo encima y que tanto nos pesa la mayoría del tiempo. Aunque no nos demos cuenta.