Que el flamenco es una expresión honda de la cultura universal, y en particular de la española, es algo ya por fin consensuado y admitido incluso desde los sectores más reticentes de las academias que han abierto toda clase  de cátedras, tanto desde el punto de vista literario, como musical, sin olvidar los aspectos históricos o antropológicos del mismo.

En este aspecto inciden dos publicaciones, una reedición en Punto de Lectura de la 'Memoria del Flamenco' del poeta y premio Nacional de las letras Félix Grande, que es ya un clásico de la historia y evolución del mismo, con toda clase de ejemplos y apreciaciones que “equidistan de la pasión y el conocimiento” como asegura en su prólogo Caballero Bonald, y otro, en dos volúmenes en la editorial Calambur, firmado por el poeta jerezano y crítico de flamenco, Manuel Ríos Ruiz, llamado a ser también, como el anterior, un manual de consulta para los interesados y los expertos sobre la materia flamenca, sobre todo en lo que tiene que ver con la definición de los estilos flamencos y sus variedades, así como de sus intérpretes, reuniendo ambos una antología de muestra de esta poesía flamenca, de raíces milenarias, y de la admiración que ha suscitado entre los creadores e intelectuales de diversos tiempos y procedencias.

Fundamental sería la figura de Antonio Machado Álvarez, “Demófilo”, padre de los hermanos poetas Antonio y Manuel, a los que inculcará el amor por la tradición oral y la música flamenca, que también será fundamental para la consolidación de la copla con la que el flamenco esté íntimamente emparentado aunque algunos puristas lo nieguen. Influido por el Krausismo, que impregnara desde la Institución Libre de Enseñanza a todo el 27, se decide a investigar sobre las tradiciones musicales y poéticas españolas, desde su cátedra de Sevilla, entablando amistad con el folklorista e hispanista alemán Hugo Schuchardt que le ayuda a entender el verdadero sentido del folklorismo, es decir, del estudio del Flok-lore, que etimológicamente significa El alma de los pueblos” que nada tiene que ver con el costumbrismo tópico y decimonónico.

Esto le lleva al análisis de las tradiciones orales y musicales españolas, sistematizando con rigor y seriedad su estudio, lo que le hace a afirmar en uno de sus textos:

La obra del pueblo español, la del primero y más importantes de los factores de la historia patria, ha sido completamente desatendida hasta aquí, y por nadie estudiada; diríase, o que en España no ha existido pueblo, o que su papel se ha limitado sólo al tristísimo simbolizado en aquella fórmula que ha hecho considerar a algunos de nuestros concilios como el origen de nuestras Cortes: omni populo asentiente.

Todo este interés le lleva formar parte de la Sociedad antropológica Sevillana, aplicando criterios de antropología a sus estudios, y crea en 1881 “La sociedad del Folklore andaluz”, aunando esfuerzos de estudiosos extremeños y andaluces. La pasión por este campo de estudio casi inédito hasta ese momento, se asemeja a la de su pariente por parte de esposa, el escritor romántico Agustín Durán, recopilador, antólogo y editor del famoso 'Romancero General', gracias al cual se salvó la mayoría de las tradiciones orales de romances, villancicos, zéjeles y canciones flamencas que venían desde la Edad Media, y aún más atrás, se sabe que, en gran medida, muchas provienen de las músicas y literatura andalusí.

Espoleado por esta obra, en la que sus hijos aprendieron a leer según cuenta él mismo, crea y dirige una colección de libros sobre este tema, que se llamó 'Biblioteca de Tradiciones populares' que entre 1883 y 1888 publicó once volúmenes. Contagiado de esta pasión, otros estudiosos  como Luis Romero o Luis Montoto, crean sendas academias y publican sus tradiciones orales en Extremadura, Galicia, Castilla, etc. También publica una Colección de enigmas y adivinanzas y se adentra en el estudio del flamenco y la flamencología con la Colección de cantes flamencos, primera antología de esta expresión poética cantada. De estas fuentes bebieron, como se sabe, músicos, como Manuel de Falla, Isaac Albéniz, Enrique Granados, Pau Casals, Manuel Penella, que se implican totalmente en este estudio e incluyen temas, canciones, ritmos, en sus propias composiciones sinfónicas.

Camarón fue, sin lugar a dudas, un genio revolucionario en la concepción del flamenco contemporáneo

Poniendo en valor a todos los hombres y mujeres que prestaron su voz y aportaron sus matices y su manera de interpretar al “duende”-como lo definió Lorca-del “cante jondo”, traigo a la primera línea informativa el 25 aniversario de la muerte del flamenco de la Isla de San Fernando, Camarón de la Isla. De todo esto se harán eco en simposiums y encuentros organizado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en colaboración  con el Ayuntamiento de San Fernando (Cádiz) y la Universidad (UCA)  en el mes de octubre con la directora del Instituto Andaluz del Flamenco, María Ángeles Carrasco, a la cabeza.

Sin dejarse atrás los nuevos rostros del flamenco hoy, tanto en el cante como en el baile, Camarón fue, sin lugar a dudas, un genio revolucionario en la concepción del flamenco contemporáneo. Junto a recientemente desaparecido Paco de Lucía, la guitarra más prodigiosa de las últimas décadas, y el desaparecido genio de la Isla de San Fernando, Camarón, cuyos caminos se entrecruzaron desde el principio para convertirlos en leyendas vivientes del flamenco. De ambos se han reeditado la discografía completa, además de 'Camarón-Reencuentro', que reúne nueve temas inéditos hasta el momento del artista de San Fernando. 

José Monge Cruz, conocido para la posteridad como Camarón de la Isla, apodado “El Camarón” por su pelo rubio y dicen qué criado tras el calor de la fragua y el compás de la gente canastera. Desde niño ayudó a su padre, gran aficionado al cante flamenco, en la fragua donde trabajaba donde aprendió casi como un juego el cante. En 1962 ganó el primer premio del Concurso Flamenco del Festival de Montilla en Córdoba y, tras esto, su primera actuación profesional, en Sevilla, en la feria de 1963. Antonio Mairena, impresionado al escucharlo por primera vez, hizo que Miguel de los Reyes lo contratara para cantar en Málaga.

Ya en Madrid, en el tablao Torres Bermejas, conocería a Antonio Sánchez, padre de Paco y Pepe de Lucía. Paco y Camarón, de la misma quinta y talento,  se entenderían muy bien, y trabarían una amistad y una complementariedad artística de proporciones ciclópeas, propias de los extraños cruces y fusiones de dos genios actuando como uno solo. Ahí comenzó la leyenda. Leyenda que viene desde el mítico poeta y músico persa Ziryab, 'El pájaro negro' que, como cuenta Félix Grande en su Memoria del flamenco, traería hasta los suelos ibéricos de la entonces Al-Ándalus, músicas y formas de origen greco-orientales, según unos, hindúes o bizantinos, según las fuentes que se consulten.

Lo que parece indiscutible es que añadió una cuerda más al laúd tradicional, usando para ello la tripa de león, lo que se acerca bastante a la primera versión de lo que sería la forma y el sonido de la guitarra flamenca. Encarnaduras del tiempo en rostros, voces, bailes manos e instrumentos que actualizan la herencia de tantos siglos y las aportaciones de nuestro tiempo y otras músicas, pues el flamenco fue, desde el principio, una mezcla de muchos ingredientes y culturas, que hacen que su universalidad lo haya convertido en uno de los cantes matrices, como el gospell o los spirituals, y en patrimonio nuestro y de la humanidad.