Nadie podrá negar que el PSOE ha dado este fin de semana una lección de democracia y transparencia. Quizá demasiada porque se ha abierto en canal y se confunden a veces los debates con la política espectáculo. En cualquier caso, no hay precedente en este país, por mucho que se quiera decir lo contrario, de unas primarias así, entre los dedazos de unos, y las pantomimas internáuticas en las que votan sólo una parte de los que se registraron y con oportunos problemas informáticos antes de conocerse los resultados. Todo el mundo opinó en esta ocasión, a favor o en contra de los candidatos, con mejor o peor estilo, con mayores o menores argumentos, también yo, que no me desdigo de una sola de mis opiniones a la espera de equivocarme o no...

Ahora bien, hay que decir que Pedro Sánchez es el Secretario General socialista, por segunda vez; que ha ganado, y ha ganado bien; y que el movimiento se demuestra andando. Si se cree en la socialdemocracia, como en mi caso, hay que practicar con el ejemplo y ser demócratas antes que socialistas, y asumir que Sánchez y su discurso ha conectado mayoritariamente con las bases y la militancia del principal partido de la oposición. Es su potestad organizar su equipo y directrices, ya ha nombrado nuevo portavoz en el Congreso, el valenciano José Luis Ábalos, pero es crucial la manera en que quiera integrar el resto de las sensibilidades del partido. No siempre el adversario de mi adversario es mi amigo, máxima válida también para Patxi López y Susana Díaz, que ahora ven como ni todas las adhesiones eran inquebrantables, ni aquellos por los que ellos apostaron ahora están a la altura de coherencia presumida.

Otra de las lecturas erróneas es la defenestración pública de las figuras históricas del socialismo español como González o Zapatero

Quienes practicamos un agnosticismo metódico, no concebimos demasiado bien el concepto “perdón”, si este tiene que ver con la asunción moral del concepto “pecado”. La diputada Adriana Lastra se apresuró a decir que los Barones Territoriales” debían “pedir perdón”, y creo que esta declaración es un lastre para las voluntades mayoritarias, al menos en las declaraciones, de coser, o cerrar heridas. Como el agnosticismo metódico no es incompatible con el conocimiento de la historia de las religiones, recordemos que Caín mató a su hermano Abel con la quijada de un asno por un ajuste de cuentas familiar, de ahí el término cainismo, tan propio de nuestra cultura y de los partidos políticos en general. Susana Sumelzo enfrió pronto, con sensatez, las declaraciones de Lastra, en un ejercicio loable de cohesión. Y es que, aunque sólo fuese por interés político, al PSOE le conviene cerrar pronto el debate interno, sumando, y no restando, y generar propuestas para la ciudadanía a la espera. Adriana Lastra tal vez ignora que, un tercio de los diputados conseguidos en las elecciones más desastrosas en resultados para el PSOE los metió en el Congreso la Federación andaluza, con Susana Díaz a la cabeza; otro tercio lo metieron la suma de los votos de las Federaciones extremeñas, castellano manchegas, y aragonesas, con Vara, Page y Lambán, a los mandos regionales. Conviene pues no andarse con ajustes de cuentas con quienes han conseguido dos tercios de los diputados actuales en circunstancias muy adversas. Sobre todo cuando habrán de ser, con casi seguridad, los que vuelvan a hacerlo en las siguientes. Una cosa es convencer a los propios y otra muy distinta al electorado, que no tienen por qué coincidir, con lo que, cuanto más claro e inclusivo sea la propuesta y el equipo, mejor.

Otra de las lecturas, creo humildemente que erróneas, que se están haciendo, es la defenestración pública de las figuras históricas del socialismo español en perfiles como Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero. Sería bastante mezquino esta actitud de escarnio con quienes apoyaron a Pedro Sánchez en su primer mandato como Secretario General pero, sobre todo, este ejercicio cainita, de nuevo, o patricida, supone también renunciar al capital histórico de los logros conseguidos por este partido durante la historia de la democracia, por no remontarnos más atrás. No sé si le conviene a la familia socialista, incluidos su Secretario General e independientes, esta descapitalización ideológica e histórica, por una cuestión pueril de matar a los padres. Sobre todo cuando los padres les han dejado la casa que hoy habitan y el capital que deben administrar.

Todos los presidentes autonómicos se han puesto al servicio del Secretario General, a excepción, de momento, del manchego García Page, enrocado en el enfado por el tratamiento de algunos compañeros. Nunca es bueno hablar por la herida, pero tampoco zaherir al que encajó un revés, cuando se pretende ir de la mano. Ese debe ser el camino, me refiero al del interés general, la celebración de un Congreso serio y propositivo, en el que se estrechen filas. Lo contrario, las quijadas de asno chorreantes, los reproches, los ajustes de cuentas, la peticiones de perdón innecesarias, los gestos de humillar al contrario, sólo reforzarán a la derecha de este país, y debilitarán, aún más la socialdemocracia en España y en Europa, y es, si queremos recuperar la sociedad del bienestar, más necesaria que nunca.