PlayStation sigue cebando su catálogo de Realidad Virtual y ahora llega Starblood Arena, un shooter espacial con naves que supone una interesante aportación multijugador. El pretexto no es excesivamente original de por sí: hablamos de un programa de televisión galáctico en el que los jugadores se enfrentan en varios modos multijugador para regocijo de los televidentes. Todo aderezado por la presencia de dos anfitriones, J3-RY y Grox, encarnados respectivamente por un droide y un extraterrestre que aportan humor a las esperas de matchmaking, sobre todo gracias al cuidado doblaje al castellano de todo el juego.

En general, el mayor pecado de Starblood Arena es la falta de originalidad en muchos de sus aspectos, quizás confiando en que de por sí el formato de Realidad Virtual ya es suficiente para salir hacia delante. Sus modos de juego se basan en un Todos contra todos y otro similar, pero por equipos, además de un modo cooperativo llamado Invasión basado en luchar contra oleadas.

El cuarto modo es quizás el más original: fútbol. Evidentemente, no hay mucho que explicar, aparte de que meter gol disparando el balón da un punto y colarte en la portería rival con tu propia nave y el balón te otorga tres tantos. Pero es de lejos el que da más de sí y el que se vive con más emoción, sobre todo si juegas con otro amigo, porque el sistema no os permite estar en el mismo equipo y el pique está asegurado.

De hecho, el juego gana enteros cuando se tiene amigos con las PlayStation VR para poder jugar online. Porque, al menos de momento, el matchmaking deja bastante que desear y es prácticamente imposible encontrar partidas abiertas en las que pelear contra humanos. Aunque se puede suplir la carencia tirando de bots e inteligencia artificial, que está muy lograda. De hecho, hasta cuando los rivales están configurados en dificultad fácil son capaces de ponerte las cosas difíciles.

Sin embargo, la gran baza de Starblood Arena es también uno de los elementos que más puede echar para atrás al usuario novato. Su sistema de control puede parecer muy complicado en un primer acercamiento, pero enseguida se vuelve muy intuitivo. Hablamos de una navegación en 360º a la que el usuario estándar no está muy habituado, pero que genera una gran inmersión para el jugador y permite peliculear con los movimientos y las estrategias para zafarte de los rivales o hacerles picadillo.

Los personajes a seleccionar no son muy numerosos y quizás pecan de ser demasiado arquetípicos -la típica chica resultona, el típico terminator, el típico ciborg- aunque son bastante resultones y ayudan a crear esa sensación gamberra que tenían las carreras y batallas de Crash Team Racing.

Sin embargo, este elemento tampoco es fundamental, puesto que los personajes no son apreciados por los rivales. Aquí las protagonistas son las naves, que tienen sus propias características y un diseño diferencial y cuidado. Para más inri, las naves pueden personalizarse con multitud de elementos cómicos -gorro de cowboy o una gallina- que iremos adquiriendo según avancemos en el juego. Y también podremos decorar el interior de la nave para nuestro propio deleite, que ya se ve recompensado con los movimientos de nuestros personajes que se adecúan a los de nuestro mando.

En definitiva, nos encontramos ante un juego bastante aceptable que saca partido a la inmersión de la Realidad Virtual y explora el campo multijugador que estaba más abandonado en esta plataforma, a la espera de que los problemas de matchmaking se solventen cuando el juego esté más extendido. Y, aunque no debería ser el camino, sus mayores defectos -la carencia de modos y de mapas- pueden arreglarse en el futuro vía DLC.