En la muy densa e intensa, pero lamentablemente demasiado breve vida de Carme Chacón, hay un antes y un después. Un antes y un después del día 4 de febrero de 2012.

Hace poco más de cinco años, en el 38º Congreso Federal del PSOE, aquella mujer que llevaba entonces ya un cuarto de siglo de militancia socialista cuando tenía aún tan solo 40 años de edad, que ya había sido concejal y primera teniente de alcalde de su ciudad natal, la barcelonesa Esplugues de Llobregat, diputada en Cortes, vicepresidenta primera del Congreso de Diputados, ministra de la Vivienda y primera mujer al frente del Ministerio de Defensa, estuvo a punto de convertirse en la primera secretaria general de la ya más que centenaria historia del PSOE y, por extensión, en la más que previsible primera mujer candidata socialista a la Presidencia del Gobierno de España.

En principio todo apuntaba entonces a la victoria congresual de la joven Carme Chacón frente al veterano Alfredo Pérez Rubalcaba. Eran muchos los analistas políticos que daban ya poco menos que por descontada su elección como sucesora de José Luis Rodríguez Zapatero, pero aquella mujer catalana tenaz, inteligente, ambiciosa y empática, con inequívocas y profundas convicciones socialistas, feministas y federalistas, catalanista pero desacomplejada siempre en sus críticas a todo tipo de nacionalismos y por ende también al secesionismo catalán, fue derrotada por solo 22 votos de diferencia.

Tal vez algún día alguien se atreverá a investigar y a explicar, con todo tipo de datos y detalles, qué ocurrió realmente entre los días 3 y 4 de febrero de 2012 en el hotel Renacimiento de Sevilla, a modo de colofón de la intensa actividad precongresual y extracongresual desplegada por destacados exponentes de la vieja guardia del PSOE para evitar la previsible elección de Carme Chacón.

Aquel fue el primer y más decisivo fracaso político de Carme Chacón, que no solo frustró –ahora sabemos que, por desgracia, de forma ya definitiva e irreversible- su elección como líder del socialismo español, sino que frustró también el ya entonces  imprescindible y urgente proceso de renovación interna del PSOE, que hacía solo muy pocos meses que acababa de sufrir la primera de sus sucesivas grandes derrotas electorales de estos últimos años, todas ellas consecuencia directa sin duda de los muchos errores de percepción, gestión y comunicación política de una crisis económica devastadora.

Una renovación no solo de liderazgos personales, claro está, sino sobre todo de definiciones, orientaciones y propuestas tanto ideológicas y programáticas como organizativas, de asunción real de los grandes cambios operados en la sociedad española a nivel político y social, económico y cultural, durante estas décadas de democracia ya consolidada, de adaptación y actualización de los principios clásicos del socialismo democrático, esto es de la socialdemocracia, a las exigencias de un mundo definitivamente globalizado, digitalizado y cada vez más robotizado.     

Las ucronías son siempre absurdas. Lo son también en este caso. Pero me permito preguntarme qué hubiese sucedido, no solo en el PSOE sino en España, y muy en particular en Cataluña, si el 4 de febrero de 2012 Carme Chacón hubiese sido elegida secretaria general del PSOE.