Un acto de Podemos que, más que un Congreso, ha sido un espectáculo para que las estrellas se dieran un baño de masas; bueno, de "masas" o de lo que va quedando de ellas. Porque el encuentro morado da para hacer unas cuantas reflexiones sobre lo que ahora está escenificando lo que se empeña en llamarse "nueva política".

"Vistalegre evocó al más puro José Luis Moreno en esas galas televisivas del sábado noche"

Lo que sucedió en Vistalegre durante el sábado y el domingo más bien se parecía a un concurso musical promocionado por una radiofórmula para repartir minutos de gloria sobre un escenario, al ritmo de las palmas de quienes ansiaban tocar al líder, hacerse un selfie, y corear al unísono lo que los presentadores del espectáculo les fueran indicando. Sí, ha leído bien: hubo presentadores, como animadores, evocando al más puro José Luis Moreno en esas galas televisivas del sábado noche. Los espectadores debían conseguir previamente sus entradas que, si bien en principio eran gratuitas, podían conllevar una donación para la causa. Al llegar al lugar en cuestión, pasarían un control y un cacheo, como quien acude a un estadio de fútbol o a un concierto multitudinario. Y una vez allí, sentados en las gradas a contemplar cómo la arena se reservaba para las estrellas que, como los toreros, salían por la puerta grande mirando al público y saludando mientras caminaban a dos metros del suelo.

Por supuesto, el todopoderoso y reforzado líder, Iglesias, se dejaba querer: esperó un poco para salir y regalarle a los inscritos su presencia. Momentos después de la salida en grupo de las grandes figuras como Bescansa, Errejón, Espinar y Echenique, aparecía él, mirada al infinito, gesto de importancia y seriedad profunda. Caminar lento, saludos al horizonte y algún abrazo regalado por el camino, que eso siempre queda como algo muy humano y cercano. Llegada al escenario mientras todos los figurantes se iban colocando como si de una coral se tratase. Todos en pie, colocados a la espera de SU aparición, que se medía milimétricamente para no llegar antes de tiempo. Expectación generada y tres, dos, uno: aparición del todopoderoso y omnipresente líder en escena,  focos encendidos, pantallas gigantes proyectando SU imagen y música escupida con todos los decibelios para demostrar todo el poderío de este humilde representante de los "de abajo". Aunque en Vistalegre era de los de "arriba". El de más arriba de los de arriba.

"Los espectadores venían ya votados de casa"

Los espectadores -a los que ni siquiera podemos llamar militantes, ni delegados- venían ya votados de casa. Allí mirarían desde las gradas, aplaudirían, gritarían fuerte eso de "unidad" y disfrutarían más o menos del espectáculo. No más. Ni votarían (porque ya habían votado desde casa, por internet), ni presentarían enmiendas (porque allí lo que se hace es presentar un documento completo, y el que gane, se asume de cabo a rabo). Podrían escuchar los discursos que saldrían a dar las grandes estrellas y los que querían tener su minuto de gloria. Discursos bastante vacíos, llenos de eslóganes buscando arrancar el aplauso, y huérfanos de contenido específico. Ni siquiera, a pesar de estar todo pensado como mera imagen y entretenimiento, prepararon alguna intervención que hiciera pensar que aquello se trataba verdaderamente de un congreso. Ni para disimular. Nada.

Todo lo que rezumaba Vistalegre olía a chamusquina. Al menos a los que lo mirábamos desde fuera, y tenemos cierta experiencia en política. Por mucho que se esforzasen en dar un mensaje de "unidad", era evidente que las brechas son enormes, las cuitas personales, las miradas de rencor, los abrazos fríos, los aplausos forzados. Ni siquiera fueron capaces de contener los datos sobre los resultados de las votaciones. Desde primera hora de la jornada del domingo, antes de que los inscritos los conocieran, ya se habían filtrado a la prensa vocera de la formación morada. Al detalle, sin un fallo. Ese es el respeto que demuestran tener hacia sus propios compañeros, esos de "abajo".

"Nada se esperaba del Congreso del PP. Otra dosis de pura fachada"

Al mismo tiempo se celebraba el "congreso" del Partido Popular. No merece tantas líneas ni portadas como el de Podemos. ¿Por qué? Porque nada se esperaba de ellos. Todo lo que sucedió allí era lo esperado: lo mismo de siempre. Pero al menos ellos no han pretendido ocultar que son una estructura cerrada, conservadora, llena de sonrisas falsas y dientes apretados que trata de disimular la corrosión que les está destruyendo por dentro: una corrupción que aniquila las vigas, como un batallón de termitas. Lo de siempre. Y además, sinceramente, de una organización imputada por ser una presunta estructura organizada para delinquir, ¿qué quiere que yo le diga? Otra dosis de pura fachada. Así es como entienden algunos la democracia de este país y la necesaria regeneración: manteniendo a los mismos y cerrando filas.

Susana Díaz, por parte de lo que queda del PSOE, celebraba un acto que no ha suscitado pocas críticas. Un encuentro convocado por Abel Caballero, presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias -alcalde de Vigo-, para que Susana pudiera darse un baño de aplausos. Si para ello era necesario utilizar una institución como la FEMP, pues se hace. Si era necesario convocar a los cargos orgánicos del partido, que se deben de algún modo a la llamada de un acto institucional, pues se hace. Si hay que pagarlo, pues se paga (no sabemos de qué manera ni quién ha corrido con los gastos del evento). Porque Susana tenía que hablar en Madrid y todo tenía que estar bien atado, no fuera a quedar vacío el local ante la convocatoria de un mitin de la que aún no ha presentado candidatura a nada. Vaya, otro esperpento de cartón piedra. 

En fin, como decimos en nuestra piel de toro, en todas casas cuecen habas. Y el populismo y la demagogia parecen ser el menú del día para nuestra actualidad política. Pobres de nosotros, "los de abajo", "las personas humanas", "la ciudadanía".