El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, ha conseguido mantener casi todas las fichas del tablero de su poder. Contra viento y marea. Aquellos que, desde el PSOE, exigieron ayudar con la abstención al Partido Popular, creían conveniente, según decían cada dos por tres, que la derecha y la izquierda políticas fueran cogidas de la mano  en estos tiempos temerosos e infames.

Pero cuando Podemos daba la impresión de haber entrado en la fase de ¡adiós muchachos compañeros de mi vida, farra querida de aquellos tiempos!, Pablo Iglesias acabó diciéndole a Iñigo Errejón que hasta aquí hemos llegado, y que no hay  besos para todos. Se ha quedado, pues, jodidito, este jovencito, sin duda sensato y amable.

Tiene por delante mucho que hacer Errejón, desde luego, mientras la Sexta siga protegiendo a unos y a otros que son más a menos de su cuerda, olvidándose de quienes no lo son. En todo caso, el PSOE se encuentra yendo a una velocidad de tortuga que le impide, en  lenguaje futbolístico, marcar goles. Apenas lo consiguen ahora en el Parlamento, después de tantos y tan graves problemas internos entre unos y otros. Sigue, por cierto, manteniéndose en silencio José Luís Rodriguez Zapatero, respecto a los medios de comunicación de entonces y de ahora.   

Patxi López pretende ganar en las urnas. Susana Díaz, también, desde hace bastante tiempo. Y aún trata de vencer, aunque es bastante difícil, el soldado caído Pedro Sánchez. Hoy por hoy, no deja de ser preocupante que el PSOE no pueda, o no quiera, demostrar por qué Sánchez perdió, o no, de forma escasamente heroica.

El PP aprieta y calla. En el PSOE se juega, además, el futuro de España…Y el de Cataluña también.