El pasado 5 de enero, Espejo Público supo sacar rédito de la presencia de uno de sus nuevos tertulianos estrella, Cayetano Martínez de Irujo. El Grande de España y duque de Salvatierra abrió su corazón a los espectadores y narró lo mucho que había sufrido por una hipoteca multidivisa. Pero, también nos contó otros detalles curiosos de su vida que, aunque más o menos son públicos, es curioso oírlos en directo. Como que su madre, la duquesa de Alba, donó en vida buena parte de su patrimonio para esquivar los impuestos de la herencia. Y que, al estar empadronada en Madrid, también pudo salvarse del “impuesto inquisitorio” de Andalucía.

Según Cayetano, los gobernantes no tienen “ninguna legitimidad, ni moral ni objetiva, de usurpar las herencias”, una afirmación que contradice el derecho democrático más básico pero que fue jaleada por buena parte de los presentes, excepto por Raúl del Pozo, que puso un poco de cordura apelando a que de alguna manera habrá que financiar el Estado de Bienestar. Y no es que el veterano periodista esté considerado un peligroso bolchevique.

Como si fuera lo más normal del mundo, se explicó que “40.000 andaluces” estaban empadronados en Madrid para evitar tener que pagar impuestos como el de sucesiones o el de patrimonio, que están cedidos a las comunidades autónomas. Y, dentro de esas competencias, la Comunidad de Madrid devuelve el 99% del impuesto de sucesiones a los herederos y el 100% del impuesto del patrimonio a los más ricos. La presentadora sustituta de Espejo Público llegó rápido a la conclusión: “¿Cuál es la moraleja? ¿No estés empadronado quizás en Andalucía?”.

Esta batalla que implica a 17 comunidades se libró este martes en Madrid, en la Conferencia de Presidentes Autonómicos, para sorpresa de Cristina Cifuentes. La región se ha convertido en una especie de paraíso fiscal para los más ricos, que pueden permitirse comprar un modesto chabolo en la región, empadronarse aquí y privar de sus legítimos impuestos a sus comunidades de origen. Todo muy legal, por supuesto, pero muy poco solidario, por no decir que bastante feo. Porque, como explicó el valenciano Ximo Puig, ¿quién va a querer pagar impuestos en el Mediterráneo, cuando a “una hora y cuarenta minutos” se los puede ahorrar?

Cifuentes, indignada por varias razones, entre otras que no le gustó la sala en la que tenía que comparecer, o el orden, o los acompañantes, decidió en primera instancia no dar rueda de prensa. Algo de lo que debió arrepentirse al ver que las críticas contra ella iban a quedar sin respuesta. Por ello acabó saliendo a la palestra y justificó esta desigual política fiscal en que “somos partidos diferentes y tenemos planteamientos diferentes”.

Hasta donde nosotros sabemos, una de las grandes banderas de su partido es el patriotismo y la unidad de España. Hasta el punto de que “adelante España!”, con faltas de ortografía incluidas, será el lema de su próximo Congreso Nacional. Pero lo que rompe España es que unos ciudadanos tengan mayores obligaciones fiscales que el resto por el hecho de nacer en Dos Hermanas en lugar de en Fuenlabrada. Porque, donde no hay harina, hay mohína.