Nuestro camino hacia una dictablanda del pensamiento sigue su curso firme y decidido en este 2017. Y mira que dejamos el pabellón bien alto en 2016, donde nos encargamos de empurar a un buen número de tuiteros y a dos titiriteros que pasaban por allí -que por lo visto, y según sabemos ahora, no cometieron ningún delito-. Así que para no perder la forma hemos arrancado el año intentando meter en la cárcel a otra tuitera por hacer chistes de humor negro.

En este caso, los mensajes de una tal Cassandra son mofas contra Luis Carrero Blanco, el general franquista asesinado por ETA en 1973 y famoso por su rápido ascenso en el círculo de confianza de Francisco Franco, llegando a ser presidente del Gobierno de la dictadura.

Casi de año en año, Cassandra publicó algunos tuits con chistes sobre el “programa espacial” que inauguró Carrero Blanco y algún que otro fotomontaje. Suficiente para que la Fiscalía le pida dos años y medio de cárcel, tres años de libertad vigilada -suponemos que con orden de alejamiento de su Smartphone- y seis meses de inhabilitación absoluta de actividad laboral, que debe ser alguna medida nueva del Gobierno para maquillar los datos del paro.

En otro orden de cosas, el Partido Popular parece que esté intentando cumplir un propósito de Año Nuevo y se haya decidido a prestar más atención a la Ley de Memoria Histórica. ¿Para quitar homenajes a los fascistas y evitar que sus alcaldes se codeen con la carcunda franquista? Ni mucho menos.

Ahora exigen que se retiren de los callejeros las menciones a La Pasionaria, por comunista y por ayudar a Stalin a matar a tropecientos millones de personas, y de Sabino Arana, que más o menos, como el Cid, fundó ETA 55 años después de muerto. Y porque no tenía Twitter, que si no… Por no hablar de su negativa a homenajear a uno de los abogados asesinados por la ultraderecha en la Matanza de Atocha “para no herir sensibilidades”.

Por suerte, nuestras aspiraciones de ser un sistema represivo como Dios manda puede mejorar gracias a la visita que esta semana realiza nuestro jefe de Estado, acompañado de varios ministros, a la teocracia asesina de Arabia Saudí. Porque, en aras de equilibrar la balanza comercial, nosotros podemos darles AVE, metro y hasta unas cuantas corbetas para masacrar a quien sea menester, pero ellos deberían al menos darnos algunos consejos sobre cómo callar a los que critiquen a dictadorzuelos y piensen que tienen más libertad de la que merecen.

Esta deriva totalitaria sólo la puede solucionar un hombre, el hombre. Esperemos que ahora que Albert Rivera ha vuelto, después de meses más desaparecido que Pedro Sánchez, para encarnar al francés del anuncio y hacer una “cena de picoteo” con Rajoy, se anime y se plante en Riad con un cartel de “abrazos gratis”.