Ha pasado desapercibido pero, este martes, Ignacio Cosidó ha pasado a formar parte de los 265 senadores del Reino de España. A diferencia del otro senador que se ha unido a la nómina pública, Jon Iñarritu, de Bildu, que ha acatado la Constitución “por imperativo legal”, el último responsable de la Policía Nacional ha jurado su cargo, como se espera de todo español de bien. Y lo ha hecho luciendo un reloj cuya correa está formada por la bandera de España, para que no quedasen dudas de su compromiso patriótico.

Se trata de un nombramiento vergonzoso. Pero no porque Cosidó sólo haya estado unos días en el paro. Dejó de ser director general de la Policía Nacional el 18 de noviembre y en menos de un mes ya ha ingresado en la Cámara Baja. Es uno más de los enchufes legales que vienen y vendrán disfrutando los apartados de la anterior legislatura. Al fin y al cabo, cada partido coloca a los suyos como quiere.

Se trata de un nombramiento vergonzoso. No porque Cosidó tenga un historial deleznable, que lo tiene, como bien se refleja en nuestra web colaboradora, Los Genoveses. Se hizo famoso como miembro del GEES, think thank aznarista que apoyó la guerra de Irak. Defendió hasta la extenuación la teoría conspiranoica de los atentados del 11M, que acusaba a los socialistas de, como poco, estar al tanto de la matanza. Retorció hasta el ridículo el caso Faisán que acabó desmontado por la Justicia y tachó a un padre de la Constitución como Gregorio Peces-Barba de ser “un alto comisionado para el diálogo y el amparo de los verdugos terroristas”. Al fin y al cabo, cada persona es responsable de su pasado.

Se trata de un nombramiento vergonzoso. No porque su pasado inmediato también sea de traca. Como director general de la Policía fue responsable directo de los ceses de todos aquellos jefes policiales con los que tenía cuentas pendientes. Tanto de aquellos que habían llevado la lucha terrorista, como de aquellos que persiguieron la corrupción, sobre todo la de Gürtel. Y utilizó su cargo público para atacar a sus rivales, llegando a acusar a Podemos de ser “una amenaza para nuestra democracia” y de tener una doctrina política “peligrosa”. Al fin y al cabo, los votantes del PP son los responsables últimos de premiar a sus representantes.

Se trata de un nombramiento vergonzoso porque el PP ha esperado un año para que dejara su cargo en la Policía Nacional y poder hacerle senador. Un año en el que Castilla y León y sus ciudadanos han tenido un senador de menos, por el capricho de conseguir a Cosidó un retiro en el que, como mínimo, se llevará 6.000 euros al mes. Y encima, en su nombramiento, presume de que peleará por luchar contra la despoblación de la Comunidad a la que representa.

Al fin y al cabo, son los propios senadores y los partidos los que se empeñan en que el Senado no valga para nada, pero ellos son los responsables, al menos, de disimularlo un poco.