La repentina muerte de Rita Barberá ha desatado la furia de la jauría del Partido Popular. Al frente de ellos, por supuesto, Rafael Hernando. El portavoz del partido en el Gobierno no ha tenido el mínimo reparo en responsabilizar a periodistas y a algunos miembros de la oposición, del infarto de la ex alcaldesa de Valencia y senadora por designación (es decir, por mis cojones) autonómica. Si no fuera porque quienes conocen a Rafael Hernando saben que carece de ella, alguien podría pensar que lo hace por mala conciencia, después de haberse despachado a gusto en los últimos meses con la ahora llorada "amiga".

Le gusta al portavoz criticar la demagogia haciendo abuso de ella. Establecer una relación directa entre el infarto de la fallecida senadora y las justificadas críticas que había recibido es propio de alguien miserable, es decir, de Hernando. Pero no ha sido el único miembro del Partido Popular que ha intentado aprovecharse del desgraciado fallecimiento (todos lo son). El ministro de Justicia, Rafael Catalá, sin llegar a llamar hienas, como  el otro Rafael, sí ha cargado la muerte de Rita Barberá sobre la conciencia de quienes ejercieron su derecho a la crítica. No hay que tenérselo muy en cuenta porque, como todo mediocre, el ministro se limita a hacer lo que cree necesario para mantenerse en un cargo que sabe que no merece. 

Pero en fin, ya que hemos entrado en el juego de la demagogia, participemos todos. Si algunos periodistas somos responsables de la muerte de Rita Barberá por haber dado la noticia de su imputación, por haber criticado los excesos que cometió al frente del ayuntamiento valenciano o por, entre otras muchas cosas, denunciar como intentó aprovecharse de los privilegios del cargo de senadora; con mucha más justificación podríamos acusar al gobierno y al Partido Popular, de la muerte de miles de personas en nuestro país. 

No creo que haya ninguna duda de que la reforma laboral, que provocó el despido de cientos de miles de trabajadores y la inseguridad laboral de los que han conservado su puesto, es responsable de incontables infartos, depresiones y muchas otras enfermedades relacionadas con el estrés. A este sufrimiento hay que sumar el que causa el reiterado incumplimiento por parte del gobierno de la ley de dependencia o el de los miles de víctimas  que están provocando los recortes en sanidad. Por no hablar de la burla constante a la que se ven sometidos los familiares de los desaparecidos en la Guerra Civil y la dictadura franquista que, lejos de merecer un minuto de silencio por parte de los populares, padecen décadas de ignominia.