Ha llegado la hora, una vez consumada ya la decisión del Comité Federal del PSOE de facilitar la investidura presidencial de Mariano Rajoy al frente de un nuevo Gobierno monocolor del PP, con una votación en la que se constató la evidente fractura del máximo órgano de dirección del partido entre congresos -60% partidario de la abstención contra al 40% partidario de seguir votando “no”-, de conocer la factura de esta fractura.

Una fractura que va mucho más allá de la evidenciada en el mismo Comité Federal y que afecta de modo muy claro a gran parte de los dirigentes territoriales –casi la mitad de ellos defienden la abstención técnica y la objeción de conciencia como motivo para no abstenerse-, al conjunto de la militancia y sobre todo a los cerca de cinco millones y medio de electores que votaron socialista, entre otras razones, porque tanto el 20-D como el 26-J el PSOE se comprometió pública y reiteradamente a no facilitar bajo ningún concepto la reelección de Mariano Rajoy ni la continuidad del PP en el Gobierno de España. Más aún, el mismo Comité Federal que el pasado domingo quedó fracturado al aprobar el mandato abstencionista se había expresado hasta entonces, conviene recordar que de forma unánime, contra la investidura de Rajoy e incluso de cualquier otro posible candidato del PP.

¿Por qué aquellos dirigentes y exdirigentes socialistas que después del 20-D y sobre todo tras el 26-J defendían ya la conveniencia de la abstención sólo lo hacían en privado y no lo hacían en público, cuando alguien tan inteligente y experimentado como Josep Borrell sí se atrevió a hacerlo, pero reclamando que dicha abstención, en el caso de tener finalmente que producirse, fuese negociada, y por tanto condicionada a la aceptación de unas condiciones impuestas al PP por parte del PSOE? ¿Cómo se atreven ahora a querer imponer al conjunto del Grupo Socialista en el Congreso una “abstención imperativa” y además incondicional, esto es una pura y simple renuncia a los compromisos contraídos por los socialistas con sus electores a cambio de nada, sin ni un solo compromiso por parte del PP?

¿Por qué la Comisión Gestora del PSOE quiere aplazar de manera indefinida la convocatoria de unas elecciones primarias y de un Congreso Extraordinario para proceder a la elección del sucesor de Pedro Sánchez como secretario general, cuando está claro que esta es la exigencia muy mayoritaria del conjunto de la militancia socialista de España entera? ¿Por qué les da miedo que la militancia socialista se exprese libre y democráticamente en las urnas? ¿Por qué sienten tanta urticaria ante la mera posibilidad de unas elecciones primarias? ¿Será por esto que los dos únicos dirigentes del PSOE que han sido elegidos libre, democrática y directamente por la militancia en primarias –Josep Borrell como candidato a presidente del Gobierno y Pedro Sánchez como secretario general- han sido obligados a dimitir?  

¿La factura de la actual fractura socialista pasa, como pretenden algunos, por proceder a la ruptura sin más de la actual relación federal del PSOE con el PSC? ¿Pasa también por la expulsión del partido de todos los parlamentarios socialistas que no acepten este “mandato imperativo”, por otra parte contrario a la Constitución? ¿La objeción de conciencia contemplada en el reglamento interno del Grupo Socialista sirve sólo, por poner un ejemplo, para argumentar un voto contrario a la ley del aborto, o para votar distinto sobre un plan hidrológico, pero no para mantenerse fiel a la promesa electoral de no facilitar un nuevo Gobierno del PP? ¿A quién o quiénes beneficiaría la adopción de unas medidas disciplinarias de tanta gravedad?

Por último, pero no por ello menos importante, ¿cómo Ximo Puig en Valencia, Javier Lambán en Aragón, Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha, Guillermo Fernández Vara en Extremadura, incluso el mismísimo Javier Fernández en Asturias, así como tantos y tantos alcaldes socialistas que gobiernan actualmente con el apoyo de Unidos Podemos o alguna de sus confluencias, podrán seguir gobernando a partir de ahora, o pasarán también a abstenerse para que gobierne el PP?

La factura de la fractura socialista es ya muy elevada. Demasiado elevada. Cuanto más tiempo se tarde en pagar será más cara, por todos los intereses acumulados con una práctica de la oposición que será muy difícil de ejercer después de esta abstención. Porque la hipoteca pendiente de pago será impagable.