La máquina  de la corrupción no para nunca, día a día. En la España de Mariano Rajoy  hay relatos numerosos que él ni se da cuenta de que muchos de ellos flotan dentro de las charcas, pero aun así siguen.

El director de Industria  de Cifuentes auto adjudicó contratos por 200.000. Carlos López Jimeno, contrató a su empresa Alba Ingenieros a través de la Fundación de Madrid. Todo esto  ha sido incluido, menos mal, en la trama Púnica.

Mientras tanto,  el PSOE  avanza hacia su martirio. A la  exalcaldesa valenciana, Rita Barberá,  se le acaban sus acogidas para eludir de este modo a la  Justicia. Rajoy ha hecho todo lo posible para salvarla, pero  no parece que eso se vaya a conseguir.

Pues bien, en medio de un panorama  como el actual,  se proyecta otro hacia abajo y detrás de un túnel no orientado hacia arriba. Sólo  nos faltaba el numerito de no pocos jóvenes airados gritando  brutalmente contra Felipe González y Juan Luis Cebrián.

Lo único positivo ha sido la reacción del director del periódico, Antonio Caño. Ha entonado su culpa, y además se culpa  de los disparos dirigidos a Pedro Sánchez para hacerlo caer. No olvidemos, sin embargo, que fue Caño quien asumió convertir El País en un diario centrista. Lo logró, sí, pero se equivocaron Caño, Felipe, Cebrián y González.  Sus virajes hacia el centrismo fueron un grave error. ¿No recuerdan ustedes el asalto de Aznar y de MAR contra ELPAIS?  Fuimos muchos los que firmamos para frenar  al PP.  Los guiños ahora de Felipe con Rajoy no se entienden.