Hace ya muchos años Felipe González me dijo que lo verdaderamente importante no era cómo se entraba en política sino como se salía de ella. La imagen de medio partido atrincherado en Ferraz y la de otro medio en la calle al que se le impide entrar, no es, desde luego, la salida que desearía ningún secretario general del PSOE.

Esta situación crítica, de fractura, que vive el PSOE no debería haberse producido, pero ahora lo urgente es darle una salida política razonable y sensata que nos permita recomponer el diálogo.

Nueve meses después, el PSOE no ha hecho una reflexión profunda sobre los desastrosos resultados electorales obtenidos tanto el 20D como el 26J.

Ni análisis, ni reflexión, ni una mínima autocrítica sobre si estamos en el camino adecuado para poner freno a la ofensiva que, por la izquierda Podemos y por el centro Ciudadanos, forzó la salida de Rubalcaba en 2014. Porque lo único cierto es que desde su salida el PSOE ha seguido perdiendo apoyos, pulverizando lo que creíamos era nuestro suelo en los 110 escaños, bajando hasta los 85 actuales.

Ahora lo urgente es dar una salida política razonable y sensata que nos permita recomponer el diálogo

Precisamente la ausencia de este debate no ha ayudado a gestionar de forma adecuada nuestro resultado electoral.

Es evidente que tras las últimas elecciones del 26J el PSOE sólo tenía dos opciones, o la abstención para dejar gobernar a la lista más votada, o terceras elecciones. En el Comité Federal celebrado el 10 de junio fueron éstas las dos opciones valoradas y discutidas y acordamos un primer NO, no a la investidura de Rajoy en primera y en segunda votación, y lo hemos cumplido.

Pero también acordamos y concluimos de manera tajante que, habiendo perdido votos y escaños, con 85 diputados los ciudadanos nos habían mandado a la oposición y no intentaríamos liderar un gobierno alternativo como lo hicimos después del 20D. Y no lo hemos cumplido.

De manera difusa, y casi me atrevería a decir confusa, nuestro secretario general primero anunció una ronda de llamadas al resto de fuerzas políticas para ver qué se podía hacer después de la investidura fallida de Rajoy, insistiendo en que él no se postulaba para nada. Y de ahí conocimos por un medio de comunicación que sí se postulaba para liderar un gobierno de cambio.

El gobierno transversal con Podemos y Ciudadanos es imposible porque ambas fuerzas políticas han manifestado de forma clara, rotunda y reiterada que no comparten el mismo proyecto político, y que la elección de uno como socio excluye al otro.

Parece por lo tanto que la opción posible de gobierno alternativo es la opción imposible para una parte muy importante del PSOE, la que exige Podemos. Un gobierno de coalición con PSOE apoyado en la investidura por Esquerra Republicana de Cataluña y por la derecha independentista de la antigua Convergencia. Por las dos fuerzas políticas que el pasado miércoles acordaron celebrar un referéndum secesionista, ilegal e inconstitucional para el otoño de 2017. El PSOE no puede hacer depender la gobernabilidad del país precisamente de aquellos que nos amenazan con acudir a procesos ilegales si no accedemos a sus pretensiones secesionistas. No se puede gobernar a cualquier precio.

La opción posible de gobierno alternativo es la opción imposible para una parte muy importante del PSOE

Mientras no se ha abordado con claridad, franqueza y valentía este debate, ha ido avanzando el discurso de los bandos, de la división entre los socialistas auténticos que defienden el NO a la investidura de Rajoy porque la abstención es una traición y no una opción política, y los socialistas que quieren que el PSOE sea un proyecto subalterno del Partido Popular.

Y en este escenario de división y fractura como nunca se ha vivido dentro del PSOE, nos anunciaron el pasado lunes, después de otro estrepitoso fracaso electoral en Galicia y País Vasco, que se convocaba de forma inmediata un congreso exprés, incumpliendo el acuerdo del Comité Federal que estableció que primero el gobierno y luego el congreso.

Así hemos llegado a una situación indeseable que, por respeto a nuestros votantes, militantes y a las siglas de nuestro partido, tenemos la obligación de superar, rebajando la tensión, aumentando el respeto, dialogando y, sobre todo, escuchando.