El pacto entre PP y Ciudadanos se vendió, por unos y otros medios de comunicación, como si hubieran llegado juntos a una especie de paraíso donde, en efecto, el señor Rajoy y el señorito Rivera iban a estudiar todo tipo de fórmulas contra una palabra mágica llamada corrupción. Vino a ser admirable también que Don Mariano y Don Albert llegaran a lo siguiente, según publicó El País hace unos días y en portada: “El PP y Ciudadanos limitan las causas de dimisión por corrupción”.
Sí, así es. Acostumbrado Rajoy Brey a recortar cuanto pudo el bienestar de los españoles, tras aparecer la maldita crisis, es lógico que él prefiera ahora recortar también las causas de dimisión por corrupción. O sea, que se sentaron tranquilamente los dos políticos para coincidir en que “no hay para tanto”. Todo esto conviene hacerlo, pero con límites. La Justicia no debe olvidar jamás que a veces incluso ella se equivoca, y eso es muy peligroso. Es sabido que Don Mariano ha dicho siempre respecto a estos asuntos que no se debe condenar a nadie, salvo que los jueces digan formalmente lo contrario.
Don Albert, que procura tocar, guste o no guste, el violín, es de aquellos que tiran la piedra y ocultan la mano. Como explicó ELPLURAL.COM, no dudó en aceptar el dinero de personajes escasamente éticos vinculados con la extrema derecha en una operación más que sospechosa. En su asociación con Libertas estuvo jugando con fuego. Y hubo fuego que rozó incluso la foto de Albert exhibiendo sus bondades corporales. Y éste trata, como sea de mandar en España. Mariano y Albert, Dios nos coja confesados.