Los neumáticos de invierno evitan que utilices cadenas para la nieve y, en caso de lluvia o el asfalto frío, incrementa tu seguridad en más de un 30%. ¿Los puedes dejar puesto en verano?

El neumático es el único elemento del vehículo que está en contacto con el suelo. Es por tanto de vital importancia que estén en buen estado y que su uso sea el adecuado. La composición de un neumático de invierno es una mezcla de diferentes cauchos, un material que no se endurece con bajas temperaturas.

En aquellas zonas donde el clima invernal sea constante, es aconsejable montar los neumáticos de invierno, pero utilizarlos en la estación más calurosa del año, puede provocar que no sean del todo seguro circular con ellos.

Lo primero que puedes notar circulando con unos neumáticos de invierno en verano es una mayor falta de agarre. Estos se diferencian principalmente por el dibujo de la banda de rodadura. El de invierno es más profundo para evacuar con mayor facilidad el agua y la nieve, mientras que los de verano son menos profundos. Cuando se han alcanzado los 7ºC con el neumático de invierno, este necesita más distancia para lograr la frenada deseada, o sea que imagina con las temperaturas veraniegas, a veces por encima de 35-40 grados.

Otro de los síntomas es un mayor consumo de combustible y mayor desgaste del neumático. Al tener una superficie de rodadura mayor en contacto con el suelo, los de invierno se desgastan más y provocan que se consuma más combustible. Además, los neumáticos de invierno son más caros. Su precio aumenta alrededor de un 10% en relación a los de verano.

En caso de querer una mezcla de ambos, existe la posibilidad de juntar los dos tipos de neumáticos, es decir, utilizar ruedas homologadas tanto para invierno como para verano. 

En resumen, no es nada recomendable circular con neumáticos de invierno en verano, principalmente porque resultan mucho menos seguros.