La grave situación económica mundial que estamos superando ha generado un cambio significativo en el mercado laboral europeo. Los países más afectados por la crisis, como Grecia o España, han visto cómo crecían sus niveles de desempleo hasta niveles inimaginables y, en buena lógica, también lo ha hecho el total de sus emigrantes en búsqueda de empleo por Europa.

Afortunadamente, las últimas previsiones económicas de Bruselas sobre el mercado laboral europeo establecen que el empleo seguirá creciendo en 2017 y 2018, descendiendo el paro desde el 10 % de 2016 al 9,6 %, en 2017, y al 9,1 % en 2018.

Asimismo, las mejores perspectivas económicas en España también han abierto la puerta a un más que probable punto de inflexión en la creación de empleo. Las previsiones de la Cámara de España vaticinan un ritmo cercano al 2 % en este aspecto, el cual permitirá situar la reducción del paro en torno al 18,7 % anual. Esta recuperación no significa que, sobre todo los jóvenes más cualificados —quienes mayores dificultades encuentran para acceder a un puesto acorde con su preparación—, sigan viendo el mercado laboral europeo como una opción interesante.... o necesaria.

España sigue siendo uno de los países de la Comunidad Europea con mayor índice de movilidad laboral juvenil. Alemania, la economía más poderosa del continente, se está convirtiendo en el destino preferente para los profesionales cualificados españoles. Este país demanda ingenieros, matemáticos y científicos, especialmente vinculados al ámbito sanitario. A mediados del año pasado, la potencia germana se encontraba muy próxima al pleno​ empleo (6 % de paro, la menor tasa desde la reunificación), pero su problema es la necesidad de trabajadores con una preparación excelente. Los llamados “baby-boomers” (nacidos en los años 60) se jubilarán a lo largo de la próxima década y varios sectores de la industria alemana, por ejemplo la energética, se enfrentan al gran reto de ocupar todos esos puestos de trabajo que quedarán vacantes en un sector que no atrae tanto a los jóvenes como el de las nuevas tecnologías.

Las startups del llamado “Nuevo Silicon Valley” berlinés no tienen tantas dificultades para atraer nuevos trabajadores, en parte porque tienen un público potencial mucho más amplio porque en muchas de ellas no es imprescindible hablar alemán. Estas empresas, en cuyas oficinas no es raro ver mesas de futbolín, zonas de chill out, refrescos y fruta orgánica a cuenta de la empresa, operan en toda Europa y reclutan para ello nativos de varias lenguas, mientras que la lingua franca es el inglés. Es el caso de, por ejemplo, la tienda online de moda Zalando, el gestor de portales de coches usados Auto1 o la cadena de reparto de comidas a domicilio Delivery Hero.

La influencia del Brexit

La salida del Reino Unido de Europa supone un auténtico torpedo en la convivencia laboral continental, cuyas consecuencias todavía no están del todo claras. En función del tipo de acuerdo de separación que finalmente se adopte, más o menos exigente, la colonia española de expatriados en Gran Bretaña se verá seriamente afectada. Estamos hablando del principal destino laboral extranjero entre los españoles; de hecho, el 14 % de nuestros emigrantes trabajan en él, principalmente jóvenes en busca de su primer empleo cualificado.

Muchos de ellos deberán buscar un nuevo destino laboral, ya que perderán la posibilidad de acceder a las prestaciones públicas sanitarias, y de otro tipo, que recibían hasta ahora.

A corto y medio plazo, resulta lógico pensar que el foco laboral de la emigración española hacia Europa cambiará notablemente. La incertidumbre que genera el Reino Unido convertirá otros países en destinos laborales preferentes para nuestros jóvenes cualificados. Francia y, sobre todo, Alemania absorberán mayoritariamente la salida de estos emigrantes, aunque también Irlanda, por su proximidad y similitud al Reino Unido, se verá beneficiada.

Además, otras economías emergentes en Europa, como República Checa y Holanda —cuyas tasas de desempleo juvenil se sitúan en el 10 %— ya están ofreciendo buenas oportunidades laborales para los jóvenes españoles. Con el incentivo añadido de que, en los Países Bajos, el salario mínimo dobla al de nuestro país. Un situación similar a la que ocurre en Finlandia, Malta y Austria, cuya tasa de paro juvenil es del 11 % y, los salarios, los más altos de Europa.