En los principales periódicos, una información correcta y precisa, sin más, en la que se destaca la reacción del Gobierno contra la ofensiva secesionista. Algo más en la prensa asalmonada, preocupada siempre por el posible impacto económico que podría tener una hipotética culminación del proceso. Y un único y extraño éxito de portada, a modo de breve, en el Francffurter Allgemaine titulado "Escalada en el conflicto de Cataluña".

Para los "vigilantes" de la prensa internacional ha sido una auténtica sorpresa no ver la información de una manera destacada. Al fin y al cabo, era la consumación de varios años de escalada, el primer acercamiento importante al famoso "choque de trenes" del que de vez en cuando se hacen eco.

¿Porqué no interesa tanto?

Ha ocurrido por dos motivos principales. Uno, porque la crónica de situación no era demasiado espectacular. Pese a lo que nos pareciera aquí, en el apartado de peleas parlamentarias ya ha habido casos visualmente mucho más llamativos, como en Ucrania en 2014, a puñetazo limpio con los diputados saltando escaños y llegando a la mesa presidencial a golpe de mamporro y sin el menor respeto hacia tan emblemático lugar. Y dos, porque el respeto por la información relevante obligaba a esperar la consumación de la noticia. Es decir, la información apareció a última hora en las páginas web justo después de ser aprobada la convocatoria del referéndum. Eso sí, bien revestida de datos y aderezada con todos los flecos que habían ido surgiendo durante la jornada. En la vieja Europa existe una especie de rechazo tácito hacia todo lo que suponga ruptura institucional

Fueran de corresponsal o de agencia, las crónicas que aparecieron fueron cortadas casi por el mismo patrón. Ni siquiera un destacado para aludir a la mención histórica de Iceta ("500 años de relación no se rompen en un día"). Y sí, en el francés Le Monde, una acertada correlación por parte de su corresponsal entre el agresivo tuit contra Inés Arrimadas y la "escalada de la tensión social" que se vive en Cataluña.

El tema más tenso, según el Wall Street Journal

Otra vez la perspectiva económica, pero en un solo artículo aislado y amontonado en la cascada de noticias de ayer. Con nocturnidad y alevosía. Aun así, para el autor de la noticia en ese referente internacional el enfrentamiento entre el Gobierno español y la Generalitat se ha convertido en el tema más tenso del país. Contrasta esta última información con los elogios que el mismo diario lanzó al informar sobre la gestión de los atentados de Barcelona y Cambrils. Aseguraba que Puigdemont había conseguido "eclipsar" el papel del estado central y que había demostrado que puede gobernar de manera independiente de Madrid.

Hay que tener en cuenta que entre las fuentes utilizadas estaban una estudiante y un profesor de marcado corte nacionalista, y los autores optaron por concederles a ellos el privilegio del titular. ¿Un gol para tan importante cabecera, un desliz, una información demasiado rápida? Probablemente nunca se sabrá.

Sin análisis no hay comprensión

La ausencia de análisis pormenorizados refleja también la falta de confianza en el interés y el recorrido de la noticia. Para los lectores de otros países potencialmente interesados en el tema el episodio actual no deja de ser una repetición de lo ocurrido el 9-N. Han pasado menos de tres años y desde entonces se han amontonado noticias de todo tipo: llamativas, interesadas e intrascendentes. Normal que el tema ni siquiera interese a los amigos de la interpretación.  En el apartado de peleas parlamentarias ya ha habido casos visualmente mucho más llamativos

A los norteamericanos les queda demasiado lejos, sobre todo cuando una sucesión de huracanes les inunda el país. Y en la vieja Europa existe una especie de rechazo tácito hacia todo lo que suponga ruptura institucional, sentenciado además por la élite comunitaria. Las rupturas de los años 90 y las guerras balcánicas fueron más que suficientes. Más recientemente llegaron los intentos escoceses, pero todo estuvo inteligentemente pactado y resuelto sin que las heridas provocaran llagas. Y mejor no ‘menearlo’, porque ahí están los corsos y los bretones, las minorías húngaras y las bolsas de serbios lamiéndose viejas heridas en enclaves que aborrecen. Ni tocarlo.

Así las cosas, lo mejor que había para publicar sobre España fue que los análisis de ADN realizados a una mujer que pretendía ser hija de Dalí dieron negativos. Con el agravante, convenientemente destacado, de que los restos del genial artista habían tenido que ser momentáneamente arrancados de su lugar de descanso en Figueras, Gerona. También ocurrió en Cataluña, pero eso era lo de menos.