Que la televisión es show y negocio nadie lo pone en duda. Si unimos a ese objetivo empresarial otro de carácter social y/o solidario, parece que el segundo, en cierta manera, se come al primero.

Este domingo Jordi Évole vuelve con su exitoso ‘Salvados’. Lo hace a lo grande, como ha quedado demostrado estos días con la promoción que acompaña al primer capítulo de la temporada, con el paseo de su presentador por diferentes programas de Atresmedia.

Analizará con su estilo el drama de los refugiados en el mar Mediterráneo. El carácter social, solidario, humanitario del espacio está fuera de toda duda… o no.

Los excesos de Évole

En alguna ocasión se ha hablado de los excesos de Évole, que si es verdad que responden a que hace gala de ellos en un espacio televisivo, también lo es que gracias a ellos ha logrado destacadas metas periodísticas.

‘Salvados’ arranca con el documental Astral, el nombre del yate que un millonario donó a Proactiva Open Arms, ONG que trabaja en la zona. El periodista Aurelio Fernández Lozano lo analiza en ‘El Mundo’ en un artículo titulado ‘Jordi Évole, el reporterismo y el ‘show’.

Es osado porque, como se deja ver en ese titular, no es una loa a Évole, y para hacer esto hay uno tiene que ser consciente de que le van a llover las críticas. O tal vez es también el recurso fácil para provocar ese revuelo que, al fin y al cabo, se traduce en lectores.

Artificios por la audiencia

Sea por lo que sea, Fernández Lozano, tras elogiar a su colega asegurando que “el proyecto y las intenciones son impecables”, dice tener dudas sobre lo que denomina “el método y el exceso de artificio que Évole y La Sexta utilizan para obtener máxima repercusión” y, claro está, “buenas cifras de share”.

A su juicio, tanto el periodista como la cadena recurren al espectáculo para “presentar productos” propios, que además “siempre son hazañas periodísticas deslumbrantes (casi épicas) que van a marcar una época en la historia del reporterismo español”.

“Vedetismo de algunas estrellas de la tv”

Para Fernández Lozano “el vedetismo de algunas estrellas de la tele” que además de “empalagoso cuando es tan recurrente, acaba desluciendo el resultado de un trabajo meritorio que puede ser sobresaliente”.

Compara ese producto con la labor diaria que decenas de periodistas sin medios que no cree que sea menos relevante y “con más sacrificio profesional y personal que el follonero”.

Recuerda una de las frases ‘promocionales’ que Jordi Évole ha venido repitiendo en diferentes entrevistas: “No tenemos ni puta idea de la tragedia del Mediterráneo”. Esta reflexión da pie a que el autor se cuestione su veracidad. “Hombre, yo creo que los ciudadanos del primer mundo en general, y los europeos en particular, han visto demasiadas veces el horror y el miedo en los ojos de los subsaharianos”.

Continúa afirmando que el trabajo de Évole “seguramente es admirable”. No obstante, se inclina más por “el mérito discreto de fotoperiodistas como Manu Brabo y Santi Palacios, probablemente los reporteros que mejor han retratado el éxodo sirio” y lo han hecho rehusando “cualquier protagonismo que no sea su diminuta firma junto al pie de foto”.

Finaliza señalando que “el reportero no debe ser nunca el protagonista sino la correa de transmisión”, por eso le desea que “tengas mucho éxito, Jordi (…) pero lo tuyo en la tele va de otro rollo porque el protagonista principal siempre eres tú”.