El vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, negó ayer al juez Vidal de palabra, obra y omisión, pero no le demandará pese a haber asegurado que el gobierno catalán tiene los datos fiscales de los catalanes de forma ilegal o que los presupuestos tienen una partida camuflada de 400 millones de euros para construir las estructuras de estado. El líder de ERC se esforzó en evitar pronunciar el nombre del ex senador estrella de los republicanos, afirmó que sus declaraciones “no tienen relación con la verdad” y dedicó la mayor parte de la larga comparecencia en la comisión de asuntos institucionales a explicar que los datos disponibles por su agencia tributaria son los que le corresponde tener, extremo que está seguro confirmará la auditoría encargada a la Agencia de Protección de Datos.

Santiago Vidal fue declarado ayer oficialmente un mentiroso por Junqueras en una sesión en la que exhibió su habilidad por el discurso de candidez impostada, hasta el punto de ser criticado por los portavoces de la oposición por sentirse tratados “como niños de diez años”, reclamándole el respeto y la dignidad debida a los diputados. El vicepresidente obsequió a la comisión con una secuencia muy sobreactuada de noes a la lista planteada por el portavoz de Ciudadanos, Fernando de Páramo: la Generalitat no espía a nadie, los Mossos no tienen una sección de contraespionaje, el gobierno no hará listas de buenos y malos catalanes (¿“por quien no han tomado?”), los anti independentistas no deberán abandonar Catalunya, no es cierto que once estados hayan prometido el reconocimiento a un futuro estado catalán, no hay partidas camufladas en los presupuestos y mucho menos una de 400 millones y la gestión fiscal es perfectamente legal; así pues “todo está contestado y desmentido”, concluyó.

"Su Watergate particular"

La oposición se alegró de la desautorización, pero no dejaron de subrayar la permanencia de dos interrogantes muy vistosos. Si todo es mentira y la acusación de haber cometido un delito es falsa, ¿por qué no demanda al señor Vidal?  ¿Cómo es posible que ERC permitiera que su senador anduviera por diferentes ciudades y durante tres meses en actos organizados por el partido difamando al gobierno de la Generalitat? Junqueras ignoró estas preguntas. Y el portavoz del PP, Alejandro Fernández, le obsequió con un vaticinio: “Este va a ser su Watergate particular”. A lo que Junqueras sí respondió, anunciando que si necesita ayuda recurrirá al PP, porque “su partido gestiona docenas de watergates”.

Latigazos dialécticos al margen, el episodio protagonizado por el juez Vidal ha puesto de manifiesto la existencia de un relato específico para mantener vivo el espíritu combativo de los independentistas, algunos muy proclives al desánimo y otros muy partidarios de hacer lo que haya que hacer para conseguir la secesión. Los dirigentes del movimiento se mueven con precisión entre estos dos extremos, combinando el discurso de la legalidad con el de la desobediencia unilateral. La polémica originada por los discursos del exsenador amenaza este equilibrio calificado por los soberanistas como una astucia y por sus adversarios como una estafa. “Engañan demasiado a la gente”, aseguró la portavoz del PSC, Alicia Romero.

A pesar de las críticas recibidas, Junqueras se resiste a llevar a Vidal ante la justicia para certificar la inexistencia de delito alguna en la actuación de la Generalitat. De hacerlo, sería tanto como reconocer ante los fieles que el panorama dibujado por el juez es una simple fantasía destinada a los más crédulos. Ante el peligro desmovilizador de esta versión, los dirigentes independentistas han optado por dejar entrever un inconcreto porcentaje de verdad en las palabras del antiguo héroe independentista hoy transmutado en villano desaparecido. No tanto por mentiroso como por inoportuno. Ayer, mientras Junqueras le negaba, el portavoz de JxS en la comisión, Roger Torrent, se limitaba a decir que “Vidal se había equivocado”. Joan Coscubiela, portavoz de CSQP, lo vio claro: “están modulando su guion por culpa de Vidal”.