Quien quiera conocer el arte contemporáneo, abstracto y otras tendencias de arte moderno, tendrá que visitar, sí o sí, el Museo de Santa Fe en Toledo y el Archivo Histórico en Cuenca, ya que ambas ciudades albergarán la importante colección de obras de arte de Roberto Polo, cedidas por el filántropo tras el acuerdo alcanzado con el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.

Page, en rueda de prensa, junto al coleccionista, ha explicado que la cesión de los cuadros es un ejercicio de “enorme generosidad” y se ha mostrado satisfecho de que “este esfuerzo sea exclusivamente privado y en beneficio del interés público en mayúsculas”. Emiliano García-Page ha adelantado que próximamente se formalizará el acuerdo de cesión con la Consejería de Educación, Cultura y Deportes y ha concretado que, para gestionarlo, se creará un órgano oficial a modo de fundación. 

“Primera división cultural”

Y no es para menos, ya que en palabras de García-Page la cesión de las 7.000 obras del filántropo cubano-estadounidense Roberto Polo permitirá a Castilla-La Mancha ponerse a la cabeza, “en la primera división”, de la oferta cultural a nivel mundial. Declaraciones realizadas en un acto que ha tenido lugar en el toledano Palacio de Fuensalida, sede del Ejecutivo castellano-manchego, en el que ha estado acompañado del propio Roberto Polo, el consejero de Educación, Cultura y Deportes, Ángel Felpeto, y el resto del equipo de Gobierno, con el que se ha dado cuenta del acuerdo de cesión de las obras de arte del coleccionista.

Fundación para gestionar la colección

García-Page también ha adelantado que la formalización del cierre de este acuerdo será encargo de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, a través de la Viceconsejería de Cultura, y ha confirmado que desde el Gobierno de Castilla-La Mancha se va a llevar “con total transparencia y con mucha claridad”, anunciando la creación de un órgano oficial, a modo de fundación, que sea capaz de gestionar esta cesión.

“Es importante destacar que los dos emplazamientos, Toledo y Cuenca, han sido definidos por él (Roberto Polo) y por su equipo”, ha destacado el jefe del Ejecutivo autonómico, para seguidamente subrayar que “las dos ciudades sintetizan como nada esa aspiración permanente a hacer del arte y de la cultura su mejor futuro”. 

“Símbolo de convivencia y arte moderno”

Por su parte, Roberto Polo ha destacado que para él es toda una satisfacción como coleccionista y amante del arte poder llevar a cabo esta cesión a la Junta de Comunidad de Castilla-La Mancha y se ha comprometido a regalar las obras “si se cuidan, respetan y valorizan”, al mismo tiempo que recordaba que “España me ha dado la oportunidad de hacer realidad mi sueño”, asegurando que la elección de Toledo y Cuenca es, fundamentalmente, porque “la primera es un espacio de la convivencia y todo un símbolo de la intelectualidad, y la segunda, un referente en el arte moderno y abstracto”, ha subrayado, en clara referencia al Museo de Arte Abstracto de Cuenca cuya colección fue cedida por otro mecenas, Fernando Zobel, a la ciudad y gestionado por la Fundación March.  


Seiscientos años de producción artística

La colección representa para España la posibilidad extraordinaria de llenar una laguna cronológica de la historia del arte en sus museos. El devenir de la pintura flamenca y de las escuelas del Norte, presente en el Museo del Prado con obras que empiezan en el siglo XV y proseguida en el Thyssen hasta comienzos del XX, se verá complementado por las obras de Polo, continuando el discurso historiográfico hasta el siglo XXI.

Con esta colección, España pasará a ser el país que disponga de la mejor colección del mundo en este ámbito artístico, al albergar al más alto nivel un total de seiscientos años de producción artística. 

Las 7.000 obras de Roberto Polo 

Entre sus más de 7.000 piezas, se hallan las pertenecientes, entre otros, al alemán Oskar Schlemmer,  Karl Schmidt-Rottluff, uno de los fundadores de Die Brücke; a Jules Schmalzigaug, cuya participación en las vanguardias italianas es objeto de investigación y estudio actualmente; a Georges Vantongerloo, presente también en las colecciones Guggenheim, Metropolitan Museum of Art, MoMA, Tate Modern y Centre Pompidou; y a Marthe Donas, de nuevo objeto de interés gracias a las adquisiciones de sus pinturas por Roberto Polo y por la biografía de Peter Pauwels publicada en 2016 por Ludion, que ha vuelto a situar el foco sobre esta artista singular y sus avatares en la vanguardia internacional parisina y berlinesa durante la Primera Guerra Mundial.

También pertenecen a Karel Maes, que aspiraba al arte como expresión de una conciencia colectiva y cuyas obras hay que entender dentro del proceso de refinamiento de las tesis cubistas en la década de los 20, en su búsqueda de una síntesis universal; a Jozef Peeters, aquel temprano heraldo de la abstracción en el norte de Europa; a Pierre-Louis Flouquet, que compartió estudio con Magritte y fue cofundador de la crucial revista 7 Arts, antes de dar por concluida su prematuramente interrumpida carrera pictórica para convertirse en poeta y crítico de arte; a Marc Eemans, representante del temprano surrealismo figurativo; a Eileen Gray, cuyo peso en el origen del movimiento moderno mereció una exposición retrospectiva en el Centre Pompidou en 2013; Karl Schmidt-Rottluff, para los nazis uno de los grandes representantes del ‘arte degenerado’; y  a Georges Vantongerloo, uno de los fundadores del grupo vanguardista formado en Holanda De Stijl, que abogaba por la reducción formal y una abstracción de corte geométrico. Indudablemente, no se acaba aquí la nómina.