El comienzo de un año nuevo sigue significando un hito para una gran mayoría de humanoides, aunque el 1 de enero sea el día siguiente, el suma y sigue, del 31 de diciembre del año finiquitado. Simboliza la posibilidad (al menos teórica!) de iniciar algunos nuevos recorridos, dejando los antiguos en el baúl de los recuerdos. Dejar de fumar, iniciar un régimen estricto, dejar fuera de uso mi móvil aunque sea media hora al día,  ser (intentarlo por lo menos) un tanto más soportable con nuestros congéneres… Algunos triunfan, pero otros (¿la mayoría?) seguimos en nuestros trece.

Pero en el subconsciente de muchos humanos el inicio de un nuevo año, 2.017, puede significar algo más. El inicio (o no) del fin de la crisis económica/financiera configurada entorno al 2.007, incluida una crisis social galopante (rompió el ritmo de bienestar que se nos antojaba intocable)  y otra política que sigue viva y coleando. En los años anteriores el boom turístico e inmobiliario  posibilitó una sociedad más abierta que, de algún modo, nos facilitó un ascenso socio-económico de personas y familias abriendo perspectivas positivas de futuro. Nacieron unas nuevas clases medias formadas por pequeños/medianos/ nuevos empresarios turísticos (no sólo hoteleros), de  la construcción y la actividad inmobiliaria, surgieron nuevas oportunidades y profesiones …. Crédito fácil  para financiar su propia actividad económica y para adquirir una vivienda mediante hipoteca, y/o acceder a bienes de equipo o de consumo.

Pero el boom reventó conjuntamente con la crisis económica/financiera a escala internacional. Las entidades financieras cerraron el crédito a la promoción de nuevas iniciativas; la actividad económica, especialmente (aunque no sólo) relacionada con la construcción y la actividad inmobiliaria, quedó frenada; la estabilidad profesional y laboral se volatizó; el hacer frente a la hipoteca y/o devolución de créditos de índole personal/familiar se convirtió en misión imposible.

A grandes males, grandes remedios. Rescates multimillonarios de las entidades financieras (realizados con dinero público), y medidas de ahorro de gasto público concentradas en recortes (¡denominados “reformas”!) a los servicios públicos básicos (sanidad, educación, prestaciones sociales…) que afectaron a una gran  mayoría  de la ciudadanía. El resultado fue (y es todavía) una sociedad dual, donde las denominadas clases medias se volatilizan, la diferencia salarial y de renta es abismal, gozar de un trabajo estable es un privilegio de unos pocos, la posibilidad de  acceder a un proyecto vital/profesional de presente y futuro es una utopía para una gran mayoría.

Pero, según  expertos y  gobernantes de turno, el año recién concluido ha sido el inicio de la superación de la crisis especialmente de las entidades financieras y de las macro corporaciones. Crecemos de nuevo, se crea empleo. Se nos garantiza que durante el año que comenzamos, 2017, comenzará a repercutir en la economía real y en el bienestar de los ciudadanos de a pié.  Pero de momento lo cierto y tangible es que el empleo que se crea es temporal y precario, y que sigue vivo el riesgo de exclusión social en amplios segmentos de nuestra ciudadanía.

Es una realidad que, si analizamos los parámetros vigentes, nuestra acción política sigue anclada en el pasado,aunque quizás se vislumbren algunas posibilidades de cambio. En nuestra realidad más próxima, en nuestra Comunidad, se perciben (con sus errores y contradicciones) algunas iniciativas y propuestas (públicas y privadas)  orientadas a superar las causas y consecuencias de una estructura socioeconómica escasamente sostenible, dual y excluyente. A nivel estatal queda por ver y constatar si el PP en minoría, más allá de las buenas palabras, es capaz de pactar y consensuar con la oposición nuevas propuestas (LOMCE, Reforma Laboral, presente y futuro de las pensiones, nuevos parámetros de financiación autonómica…) o si quedará anclado en sus fórmulas “mágicas” practicadas durante su mayoría absoluta. Y si la oposición sabrá ejercer como tal, sin renunciar a su propio discurso programático como alternativo al de los populares pero a su vez ser capaz de llegar a acuerdos operativos y finalistas de interés general.

Queda inaugurado el año 2.017. De momento “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”, pero la esperanza es lo último que se pierde. Al menos intentemos quitarnos esos kilitos de más fruto de las comilonas navideñas. Bony any nou.