JB:“Comandante, pertenezco a una generación que a los dieciséis años pegó en su cuarto posters con su figura y la del Che con sentimiento de admiración” El día de la muerte de Franco se disparó hacia arriba la curva del consumo de cava en España. No creo que ocurra nada parecido hoy en Cuba porque el cava allí no abunda como tampoco los billetes de pesos CUC (los convertibles) en los bolsillos de los cubanos. El conocido ingenio de los cuentapropistas del lugar resolverá la situación de la mejor manera posible. Seguro. De hecho, se canta una canción de Carlos Puebla sobre una frase de José Martí: “Nuestro vino de plátano, aunque sabe a agrio, es nuestro vino”. 

Fidel Castro “…Y a los veinte los cambiaste por la foto de Brigitte Bardot en bikini...” Con muchos de mis coetáneos estuve fascinado por la Revolución Cubana, tanto por su estética como por su fondo.  En el año 2000 tuve la oportunidad de manifestárselo personalmente a Fidel Castro: “Comandante, pertenezco a una generación que a los dieciséis años pegó en su cuarto posters con su figura y la del Che con sentimiento de admiración”. Con fina sorna me respondió: “…Y a los veinte los cambiaste por la foto de Brigitte Bardot en bikini...”. 

La Revolución Cubana era entonces fantástica: el comunismo dejó de asociarse con estepas siberianas nevadas y con gélidas estancias en Moscú; se instalaba entre cocoteros, calidez ambiental, playas maravillosas y gente alegre capaz de bailar sones que luxaban la cadera de cualquier extranjero. La gran felicidad del ser humano. 

Todo iba bien hasta que el reloj se paró y no dio ni un segundo más. El mundo, sin embargo, evolucionó para bien y para mal. Castro, amenazado y bloqueado por los Estados Unidos, organizó la resistencia de un pueblo parapetado tras la barricada para defenderse de los agresores. Hubo, efectivamente, agresiones, algunas muy graves. Luego el enemigo se aburrió y se entretuvo con otras luchas más rentables; pero la barricada siguió allí, con sus turnos de guardia y racionamiento. Y el reloj sin avanzar.

Castro fue un genio del siglo XX, muchos lo vituperaron por la falta de libertad de su régimen, los mismos que acuden a postrarse ante los mandarines chinos, en cuyas cárceles rebosan presos políticos y se ejecuta a disidentes, pero han abrazado el capitalismo más feroz. Fidel constituye el mito  de un tiempo contemporáneo en que mucha gente estaba dispuesta a enfrentarse al tirano hasta las últimas consecuencias, a empuñar un fusil y morir por sus ideas, actitud que hoy, en la Europa el siglo XXI, desconcierta y maravilla. 

Lástima del puñetero reloj que se le paró en La Habana. Es hora de darle cuerda y seguir.