Es cierto que el Govern mintió al negar reiteradamente que hubiera recibido aviso alguno de un posible atentado en Las Rambas, pero su mentira es irrelevante a efectos de seguridad.

No es que la mentira sea irrelevante como tal, y de hecho el Parlament debería debatir seriamente sobre ella, sino que se trata de una mentira puramente táctica y ratonera que para nada afecta a la operatividad y eficacia policial de los Mossos para combatir el terrorismo.

La conjura de los cerriles

Nadie que no sea un sectario sin muchas luces puede seriamente establecer una vinculación directa o indirecta entre los atentados de Cataluña y el hecho de que las distintas policías –todas ellas, la autonómica pero también las nacionales– no dieran credibilidad al aviso de las autoridades antiterroristas norteamericanas.

Muchas voces independentistas insisten en que se está acusando desde casi todas partes a los Mossos de no impedir el atentado: no es cierto, solo los están acusando de tal vileza los más cerriles del bando nacional. Ni siquiera el PP como tal lo ha hecho: probablemente porque está en el Gobierno y no en la oposición.

Lo que Méndez pudo hacer y no hizo

Pero sí hay otra cosa que la Moncloa podría haber hecho ayer y no hizo. El ministro portavoz Méndez de Vigo debería haber tenido la gallardía de reconocer que, al igual que los Mossos, también la Policía Nacional, la Guardia Civil y el CNI consideraron poco creíble la alerta de atentado en Las Ramblas que desveló El Periódico de Catalunya.

El Gobierno no quiso, sin embargo, hacer esa crucial aclaración que habría descargado a los Mossos de la injusta –e inconveniente– acusación de falta de pericia profesional en la lucha contra el yihadismo. Méndez de Vigo se escudó en un vago mandato de discreción en materia de terrorismo para no decir algo que bien podría haber dicho sin riesgo alguno de negligencia o indiscreción: que los Mossos no se equivocaron. O que se equivocaron exactamente lo mismo que los expertos antiterroristas del Estado. ¡Maldita sea!, ¿desde cuándo el antiterrorismo ha sido una ciencia exacta?

Cuidado con el resentimiento

Méndez de Vigo tuvo tiempo para pedirle a Puigdemont que explicara su mentira, pero no lo tuvo para tranquilizar a los vecinos de Cataluña despejando las dudas que se ciernen sobre la interpretación de la dichosa alerta. Para el Gobierno ha sido más importante enfatizar los errores del president que mitigar los temores de la gente. Y también más importante que hacer todo lo que está en su mano para rebajar el resentimiento que lentamente pero desde hace demasiado tiempo viene emponzoñando los corazones de tanta gente a un lado y otro del Ebro.

En todo caso y más allá de esta controversia específica sobre la gestión de los atentados, ni el Gobierno ni el Govern parecen darse cuenta de que el anticatalanismo y el antiespañolismo se parecen cada día más al antisemitismo de entreguerras que con tan estremecedora lucidez definió el historiador Philippe Burrin: “El antisemitismo –escribe en 'Resentimiento y apocalipsis'– llegó a ser mucho más que un amasijo de prejuicios y un discurso instrumentado para servir a intereses materiales o burocráticos. Constituía, en diferentes grados, un marco de lectura que daba un sentido a los acontecimientos y que participaba de la definición de la identidad colectiva”. Nos suena, ¿verdad?