Finde en casa: Henry Salvador en el Ipod; Juego de Tronos en el Ipad y tormenta de wassap en el Iphone. El altocarguismo de mi altocargo ejerce poco en las asambleas y mucho en los chat. Ya no tiene el coño para ruidos, ya no gusta tanto del calor de establo, ya más bien el trago afilado de confidencias con valor añadido: pues me han dicho que la Montero…

En estas llegaron los congresos provinciales: prietas las filas, firme el ademán (un amigo mío lo trucaba por “firme el alemán” y el mismo se descojonaba de su ingenio con razón) y, bueno, ahí queda eso: los psocialistas de Andalucía, es decir, los psociatas que no son grandes caladeros históricos de votos como Cantabria y La Rioja, siguen empeñados en el susanismo al noventa por ciento.

Y lo peor es que además están las encuestas; ese invento del que sabe tanto Antonio Pascual da al susanismo diez puntos de ventaja sobre el bonillismo si las elecciones autonómicas se celebraran mañana; todo esto, suponiendo que eso (el bonillismo) pudiera existir o algo. Total, que a mi altocargo le duele la mandíbula de la risa con expresiones más bien futbolísticas tales que “burreo”, “palizón”, “lavayanchupando”, “estonoescomoempieza” y otras expresiones irreproducibles hasta el punto de que el corrector automático la ha petado.

Una vez pasada la fiebre del 9 a 1 (joder, mi niña, amore, erizo, joder, que venimos de una racha maldita, que ya me veía yo con Maduro a la izquierda y Trump a la derecha y Sánchez con 20 diputados), la serena pasión con la que me enamoró se apodera de mi altocargo: en el fondo, si las cosas se miran bien, sin inútiles revanchismos, digamos que lo que se está produciendo en Andalucía es una fiel interpretación del más puro sanchismo, esto es, ejecutivas homogéneas y férreamente acordes a la mayoría ganadora, lejos de la mariconería de la integración. Así que wassap en el chat de altocargos del Iphone al canto: “digamos que el sanchismo bien entendido empieza por el susanismo propiamente dicho”.

Blesa es suicidado.-  Una piensa en el banquero que se/lo suicida (n) que era amigo proclamado del presidente del Gobierno; atrás quedaron los fastos de aquella boda hortera de la hija del presidente, de cuyos no pocos invitados dan cuenta las cárceles y los juzgados; una piensa en la mujer del presidente, cuyos méritos políticos son de universal conocimiento, dando el pregón de las fiestas del pueblo del banquero, en los años de las mieles derramadas. Una piense en la soledad del entierro del banquero, apenas una treintena de parientes sellados por el silencio. Allí no hubo expresidente, no hubo pregonera ni señora del expresidente. Hubo una nada tan ensordecedora como el lamento de Bécquer: yo pensé un momento, ¡ Dios mío, qué solos se quedan los muertos!  Por no haber, no hubo ni Arenas, cuya lista de amigos (Bárcenas a la cabeza, le espera el cateto de Roquetas), duele con sólo nombrarla.