A caballo entre una moción de censura y un congreso federal, el profano y yo nos tomamos una tregua sin que hayamos tenido que acordarla. La misma aparece de manera sobrevenida ante nuestras agradables coincidencias tras tantos meses de discusiones, voces, desencuentros, preguntas hirientes y respuestas ofensivas. Los más de dos años que llevamos instalados en la efervescencia política de nuestro país no nos venían permitiendo disfrutar como debíamos de las muchas cosas que nos unen además del afecto mutuo.

Así las cosas, decía que nos hemos encontrado, desde la posición que compartimos como militantes socialistas, en la necesidad de hacer público nuestro agradecimiento hoy a los 2 grupos de personas que hacemos responsables de nuestros enfrentamientos.

1. A Podemos. Desde su irrupción en la arena política con nombre y apellidos, el profano y yo hemos concluido que representamos, de forma más virulenta que temperamental, el antagonismo social que sobre Podemos viene registrándose en cualquier tertulia de radio, de televisión o café, sea de amigos o de sólo conocidos. Sin embargo, nos hemos reconocido ambos celebrando su aparición, no como secuestradores de tantas personas votantes de izquierdas pero decepcionadas con políticas del PSOE sino como alternativa acogedora para las mismas y aliciente canalizador de sus esperanzas frustradas, recuperándolas del pasotismo y la abstención hasta acercarlas a las urnas y sumar más de 5 millones de votos de izquierdas, contabilizados inequívocamente así para preocupación de las derechas. De no haberse presentado Podemos, cualquiera puede intuir que el resultado tras las dos últimas convocatorias electorales habría sido mejor para el PP, acercándose a la mayoría absoluta. Por todo lo expresado, más allá de personalismos desafortunados y errores tácticos o estratégicos de sus dirigentes, tanto el profano como yo los consideramos merecedores de nuestro agradecimiento más sincero. Si al mismo y al de quienes coinciden en esta visión de las cosas pudiéramos añadir en el futuro inmediato la alegría derivada de su acercamiento al PSOE, estaremos más que satisfechos.

2. A quienes han formado parte de la mal llamada Comisión Gestora del PSOE y a quienes durante el pasado año la promovieron, tras lo que hoy coincidimos en denominar “sucesos de octubre” en aras de la deseada unidad. Sin el proceder malintencionado o no, legítimo o no, de unas y otras, seguramente no se habría producido la sublevación de la militancia socialista. La ya acreditada función de la que debería haberse llamado desde el principio Comisión Promotora de la Abstención ha resultado determinante en el mantenimiento de la ebullición necesaria para cambiar el PSOE. La decidida, permanente y poco disimulada posición de su presidente y de su portavoz en favor de la previsible candidatura única habría permitido incluso denominarla Comisión de Apoyo a la candidatura de …, tras la famosa abstención. No siendo el efecto pretendido por el aparato de ayer y anteayer, el resultado sí ha sido, a nuestro juicio, el mejor para el PSOE. Su necesaria renovación orgánica y programática, que no ideológica, seguramente no se avistaría sin la provocación percibida como tal por la mayoría de su militancia y sin la reacción de ésta. El concurso de su altanería y su torpeza como elementos de motivación necesarios para reactivar la abulia de quienes han demostrado, con sus votos en primarias, que sólo esperaban un revulsivo para sacar el orgullo de ser socialista del cajón en el que lo tenían guardado pero bien cuidado, puede haber sido indispensable para vernos como nos vemos hoy. Por todo ello y aunque no está previsto que rindan cuentas en el inmediato Congreso Federal, muchas gracias. Si a esto se añade, estatutariamente, el recordatorio de que Podemos representa a muchas de nuestras hijas e hijos, ideológicamente afines, y que aunque rival en buena lid no es el adversario a batir, al profano y a mí sólo nos queda esperar la unión de las izquierdas y el pronto desalojo del Gobierno del PP. Que así sea.