Jarro de agua fría, más bien helada, sobre la cusa que ha estremecido a Granada y conmocionado a la Iglesia desde hace meses. La Fiscalía ha decidido retirar su acusación contra el padre Román M.V.C., para el que pedía inicialmente la pena de nueve años de cárcel por supuestos abusos sexuales a un menor desde 2004 a 2007, y ha pedido la libre la absolución para él en la última sesión del juicio del llamado caso Romanones.

El desarrollo del caso desde que fue denunciado por la víctima en el verano de 2014 ha vuelto a poner de manifiesto las dificultades, muchas veces insalvables, a que se enfrentan los investigadores de este tipo de delitos para reunir piezas probatorias de unos hechos ocurridos hace tantos años.

Los argumentos

El fiscal no ve acreditados los hechos denunciados y encuentra significativas "contradicciones e inexactitudes" en el testimonio de la víctima. "Daniel –ha dicho en su alegato final– es una persona herida, que necesita cariño, pero mi obligación es hallar la verdad para no dar lugar a una condena sin pruebas".

Para el Ministerio Público la vista no ha pasado “la verificación que exige todo proceso penal", pues Daniel “ni siquiera en su denuncia inicial ni en la carta que mandó al Papa Francisco mencionó las supuestas penetraciones, sin las cuales no hay caso".

El abogado de la acusación, Jorge Aguilera, entiende, por el contrario, "absoluta y perfectamente probados" los abusos.

Las dudas

Y es que el desenvolvimiento de las sesiones del juicio oral ha hecho cambiar de opinión al Ministerio Público, en quien determinados testimonios de testigos y peritos han podido sembrar dudas sobre la culpabilidad inequívoca del padre Román, a quien el fiscal atribuía un delito de abuso sexual continuado agravado por el resultado de acceso carnal, por el que, además de los nueve años de cárcel, reclamaba también una indemnización de 50.000 euros y la prohibición de aproximarse a la supuesta víctima a menos de 100 metros y de comunicarse durante diez años.

Por su parte, la acusación particular, que ejerce el denunciante de los supuestos abusos, ha mantenido su acusación y pide para el padre Román 26 años de prisión, mientras que la acusación popular, ejercida por la Asociación Prodeni, mantiene la petición de 15 años de prisión. Obviamente, la defensa solicita la libre absolución.

El primer jarro helado

Ya en septiembre de 2015 llegaba el revés más serio para las acusaciones. Los doce ‘romanones’ sospechosos de abusos sexuales, salvo el padre Román, se libraban de ser enjuiciados. La Audiencia de Granada desestimó entonces el recurso de apelación interpuesto por la acusación particular, que se opuso a la prescripción acordada por el juez instructor. En el auto, la Audiencia entendía que practicar sexo anal o felaciones o exhibirse desnudos en la piscina delante de un menor integraría un delito de exhibicionismo, declarado prescrito en el auto del juez instructor, “pero no supone la utilización del menor con fines pornográficos, siquiera privados”.

Y añadía el auto de la Audiencia, en respuesta al recurso interpuesto por los representantes del joven denunciante: “Tampoco el recriminarle su comportamiento o sufrir amenazas verbales para que viviese su sexualidad conforme a las pretensiones del grupo, podría ser un delito de corrupción de menores pudiendo integrar, en todo caso, unas coacciones o vejaciones”.

Malos presagios

La sesión de ayer, penúltima del juicio, no fue bien para el joven que acusa a los sacerdotes. Las peritos psicólogas del Instituto de Medicina Legal de Pamplona que examinaron durante la fase de instrucción al joven no apreciaron en el denunciante un trastorno de estrés postraumático, aunque sí una "afectación" en el terreno sexual y en el ámbito religioso por la "ambivalencia" entre sus creencias y "la desconfianza" que estos supuestos episodios generaron en él.

Varapalo al informe policial

Otro experto, presidente de la Asociación Española de Psiquiatría Legal, sostuvo a preguntas de la defensa que no existe ninguna técnica fiable para determinar si una persona miente o dice la verdad en su testimonio y desacreditó el informe de la Sección de Análisis de Conducta (SAC) de la Policía Nacional que analizó al denunciante y al denunciando y determinó que la versión del denunciante era "altamente compatible con un testimonio honesto" y la del padre Román "altamente compatible con un testimonio deshonesto".

Las marcas no aparecen

Igualmente, el pasado día 14 los peritos forenses que exploraron durante la fase de instrucción al padre Román descartaron que tenga en su cuerpo las marcas físicas que el denunciante señaló en su testimonio, como que esté circuncidado o que tenga una pequeña mancha genital de color café.

Y el día anterior, varios feligreses y catequistas vinculados a la parroquia del padre Román declararon que nunca habían presenciado "actitudes indecorosas" o "lascivas" por parte de este sacerdote en el templo de San Juan María Vianney o en las viviendas que comparte con otros curas en Pinillos y Salobreña.