"Soy un empresario impecable en todos los sentidos, pensaba que iba a seguir la broma, pero ella lo ha interpretado así y lleva razón: le pido disculpas mil veces ". De poco le han servido al empresario y exvocal de la Cámara de Comercio de Sevilla Manuel Muñoz Medina las reiteradas disculpas por su conducta del 20 de diciembre de 2016 en la sede de la Cámara, cuando se "abalanzó" sobre la líder Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, y simuló besarla.

En coincidencia con la propia Rodríguez, la Fiscalía considera que tales hechos podrían ser constitutivos de un delito contra la libertad sexual o de atentado a la autoridad y así lo ha trasladado en un escrito elevado a los juzgados de Sevilla. Entiende el Ministerio Público que la conducta del empresario podría tener encaje en el tipo penal del artículo 173.1 del Código Penal, que impone pena de prisión al que infligiere a otra persona un trato degradante, menoscabando "gravemente" su integridad moral.

Hay herramientas

Esta misma tarde en los pasillos del Parlamento, Rodríguez “saludaba” la iniciativa de la Fiscalía y se felicitaba de que se haya abierto un debate publico que deje constancia de que “este tipo de agresiones no son impunes, y que existen herramientas judiciales para evitar la impunidad”.

La líder del partido morado añadía además esta reflexión: “Este caso tiene un componente sociopolítico, ya que dentro del paradigma machista y patriarcal se da una cierta clasificación de mujeres, de forma que el hecho de ser yo una mujer joven y tener una apariencia física parecida a la de una trabajadora de cualquier empresa favorece que se pudiera pensar que iba a ser una agresión impune”.

En tierra de hombres

El relato del Ministerio Público coincide con el que hizo en su día la líder política: cuando Rodríguez acudió a un acto a la sede oficial de la Cámara de Comercio de Sevilla y al disponerse a abandonar el lugar tras concluir el mismo, el empresario denunciado, "siendo consciente de la función representativa que cumplía" Teresa Rodríguez, y en presencia de varias personas más que habían acudido al acto --"en esa ocasión, casi todos eran hombres"--, "se abalanzó sobre ella empujándola hasta hacerla retroceder hacia un rincón".

Posteriormente, "tapó la boca de la mujer con su mano mientras aproximaba su boca a la de ella y besaba su propia mano, la que cubría la boca de ella, en un ademán como si, en realidad, la estuviera besando en los labios", todo ello "mientras pegaba su cuerpo contra el de la diputada, haciéndola retroceder hasta la pared", hasta que la parlamentaria "pudo desembarazarse y salir del lugar".

Dignidad pisoteada

Para la Fiscalía, "el propósito principal que anima al autor es el de pisotear la dignidad de la persona ofendida con un acto, de contenido claramente sexista, que pretende demostrar y alardear de una repudiable e indefendible idea que preconiza la primacía del hombre sobre la mujer, obligando a ésta, para su propia humillación y vituperio, a sentirse sometida sin remedio a ese poder y a ese imperio".

En este punto, el fiscal resalta que "no puede olvidarse que, en las circunstancias que concurrían, la entidad de la vejación se agranda muy considerablemente", y ello no porque "la condición oficial de la víctima permita considerar que su dignidad, ahora herida, es de mayor importancia o valor que el que pudiera tener la de cualquier otra persona, la de cualquier otra mujer, sino porque en un acto público, contra una mujer que cumple en nuestra sociedad una función representativa conocida por todos y de inequívoca trascendencia, la muestra de desprecio, simplemente por esa condición de mujer, adquiere mayor entidad y repercusión".

Concluye el Ministerio Público enfatizando "las propias posibilidades de difusión de la vejación y la cualidad de la destinataria, que se elige como víctima, precisamente, para reforzar el sentido humillante de la mofa, de tal manera que para la persona que ha de sufrirlo, al ser consciente de todas esas circunstancias, la sensación de envilecimiento y de pérdida de dignidad, por fuerza, ha de ser enorme".