Se dice que don Rafael Escudero fue el presidente más templado de la historia andaluza, el más independiente y el mejor plantado frentre al gobierno central que era, por cierto, de su mismo partido, el Socialista, al que guardó fidelidad independiente siempre compatible con la mistad fraternal que le unió a Felipe González. Con Alfonso Guerra las cosas fueron de otra manera, sea por el carácter de cascarrabias del Secretario de Organización Socialista, sea por aquello de que quien se moviera no saldría en la foto o porque no cabía una independencia verdadera sin fricciones  de la instancia regional andaluza respecto de la nacional, con las cosas del tardofranquismo tan recientes, en el caso de los unos y de los otros.

Lo cierto es que, ganadas las elecciones regionales por goleada en 1982 y también las nacionales en 1983, el PSOE alcanzó tanto poder de las urnas, que tuvo miedo de no preservar la unidad imprescindible para gobernar con eficacia y cargó con el estilo de trabajo centrípeto contra quienes se significaron en la defensa de la flexibilidad antiautoritaria, de modo que a los socialistas andaluces les tocó la de perder y Pepote Rodríguez de la Borbolla sustituyó a Rafael Escudero a las primeras de cambio, para mayor gloria del centralismo socialista democrático de Alfonso Guerra.

Y se fue sin hacer ruido ni armar el menor revuelo ogánico y se dedicó desde entonces a profesar la abogacía en la capital de España y a escrbir novelas negras (la última de las cuales tiene el significativo título de Laberinto de mentiras) en las que se reflejaban sus andanzas cuasi policiales en la búsqueda de una famosa rehén secuestrada por delincuentes internacionales relacionados con las mafias españolas y chinas. Tampoco esta actividad literaria resultó tan extraña ni ajena a la deriva de muchos partidos políticos ni de otros militantes de la izquierda española en la 2ª Restauración, como ocurrió con  Juan Madrid, Manuel Vázquez Montalbán, etc.

Y se preguntarán quienes esto lean por qué traigo aquí hoy a Escuredo a colación estando como estamos en la órbita informativa del universo Trump, de la remoción de los fiscales y su relación con el que investigaba con el presidente murciano y de la aplicación tan flexible de la sentencia condenatoria del caso Noos a Urdangarín, a la infanta Cristina y a Diego Torres y, en todo caso de los Carnavales. La relación es bien clara por cuanto el Poder Judicial sigue trasluciendo una crisis más que ostensible para con el Gobierno Central, al que sirve sin paliativos en todos los caso judiciales que salpican y salpicarán esta pobre piel de toro que anda transida de grandes corrupciones y de apaños y amaños para hacernos luz de gas a los cudadanos sencillos que la habitamos. Laberinto de mentiras que nadie puede soportar ni superar sin contagiarse ni asquearse de ellas. Así en el Albaycín, que es mi barrio y que anda poblada ultimamente de visitantes findesemaneros en gran proporción andaluces que vienen a prcticar el turismo barato y a comprar lotería en la Plaza Nueva que han dicho que alli toca en el antiguo quiosko  de Chalo, que es como el del Curro, en la embocadura de la calle Sierpes desde la Campana, pero con mejor carácter, que ya es decir, solo que en la tierra de la mala follá. Pues eso, que en el Albaycín, los perroflutas vengativod, que ya son muchos, nos castian a lo vecinos de toda la vida dando suelta a los alivios fecales de sus perros y así nos tienen el barrio, salpicado y sobreempedrado de zurullos caninos y meadas humanas masculinas, porque las mujeres, por razones que aquí no son del caso, andan con más miramiento que los porta perros y los toca flautas.

Pido perdón a don Rafael por mezclar su loa tan merecida con la conmemoración del Día de Andalucía y con la mención carnavalesca de los albaycineros cagones y meones y el grado de pudibundez con que nos tienen inundado el barrio a sus sufridos habitantes, tanto que el vecindario se ha alzado en carteles y pasquines para protestar la laxitud de los animales y la dejadez de sus dueños, propia de la España solanesca con perdón para la imagen y la memoria del pintor. Ahora que ya nos hemos sacudido del yugo municipal de doña Telesférica y hemos recuperado el transitopor la calle de san Juan de los Reyes por su sentido  natural descendente.